Quiero irme de aquí. Lo necesito. Hasta ahora no lo había necesitado tanto, pero voy sintiendo cómo la situación va sobrepasándome. No he querido pensarlo. Sigo sin querer pensarlo, pero a veces quiero gritar.
Estoy atrapada por una situación cuya solución no depende de mi, aunque trato de hacer todo lo posible para que se solucione ...
Estoy en una tierra que no es mía y aunque siempre he sido bastante apátrida, aquí no hay nada que me haga sentir en casa. No encuentro nada aquí que me haga querer a esta tierra. Dos años aquí y sigo sin tenerle un poquito de cariño ... Ni me siento de aquí ni quiero serlo.
Ni si quiera me siento en casa estando en casa. Vivo de prestado en una casa que no es mía. Cada día que pasa siento que sobro más, que también necesita que me vaya. Convivir con alguien con quien has decidido dejar de vivir no es lo mejor, pero es lo que hay. O eso o me saco un sueldo extra trabajando de noche en un polígono ... y no, no es lo que quiero. Pero noto como cada día nos soportamos menos. Hemos pasado de una convivencia no demasiado tensa a miradas tensas, llenas de preguntas y de no respuestas. De por qué no te vas ya o de por qué tuve que venirme. No es justa la situación para ninguno y los dos nos echamos la culpa inconscientemente y en silencio de lo que nos pasa. Él que no me quiere ya aquí y yo, que quiero irme desde hace demasiado tiempo.
Pensaba que todo se arreglaría antes, que no pasaría tanto tiempo. Que conseguiría salir de aquí sin demasiados problemas. Y cada día que pasa, siento más que esta tela de araña me va absorviendo ... Quiero salir, pero no sé cómo.
La coyuntura tampoco me lo hace fácil. Encontrar un nuevo trabajo se está convirtiendo en algo prácticamente imposible. Tendré que mantener el mío y esperar un traslado que tarda demasiado en llegar y que cada día veo más lejos.
Mientras, a seguir como hasta ahora. Pensando en cada día que pasa no como en un día más aquí, sino como un día menos que me queda por estar ...
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