Desde el lunes tengo una sensación extraña que me sigue donde quiera que voy. Es como si me faltara el aire. Sólo a veces, no me sucede todo el tiempo, pero de repente siento necesidad de gritar y no puedo, porque me oprime algo en el pecho. Me despierto sobresaltada, sin saber por qué, aunque en realidad sí que lo sé.
No me hago a la idea de que ya no voy a volver a verte, de que no volverás a aparecer por casa sin llamar a la puerta. De que no vas a volver a pegarme un achuchón mientras te huelo y me dices que soy la única que te olisquea así y yo te contesto que tú eres el único que huele así ... Ya no pasará más, porque ya no estás.
Me queda el consuelo de que siempre has sabido cuanto te quiero y que yo también lo he sabido siempre. Que a pesar de que no era demasiado diplomático decirlo, siempre dijiste que Juanca y yo éramos tus favoritos y tú siempre supiste que tú eras el nuestro ...
Tito Moncho, no te cuides, sabes que yo tampoco voy a hacerlo ... Te quiero.
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