No creo que haya un buen día para empezar a desprendernos de ciertas cosas. Nunca es un buen día, pero cuando tenemos que hacerlo, se convierte en un mal día.
Cuando alguien se va guardamos sus cosas como un tesoro. Procuramos que todo continúe en el mismo sitio, como si esa persona fuera a volver, aunque sepamos que nunca lo hará. Su ropa en el armario, sin tocarla demasiado para que no pierda su olor. Sus cosas tal y como estaban. El tiempo en pausa, por si así conseguimos que la esencia no se vaya, pensando que esas cosas materiales nos harán mantener más vivos los recuerdos, aunque no es cierto, los recuerdos vienen con nosotros.
Hasta que un día, la barra del armario se rompe, tu ropa cae y descubres que tienes otro lado en el armario que no utilizas, que nadie utiliza y que está lleno aún. Consideras que aún no es el momento para sacar sus cosas, que aún no tienes fuerzas, que no serás capaz, que no podrás apropiarte de ese espacio sin dolor.
A Vicky hoy se le ha roto la barra del armario y no se siente con fuerzas para sacar tu ropa. Cada vez que se acerca empieza a llorar y no consigue parar. Me pregunta, como si yo tuviera la respuesta, por qué le ha hecho esto la vida. Me lo pregunta sin saber que esa pregunta me la hago yo todas las mañanas y cada vez que lo hago se me llena el corazón de rabia, de impotencia y de dolor, pensando en que no es justo.
No sé qué hacer para consolarla, aunque ella diga que la ayudo, porque sé que no hay consuelo posible y que al final tendrá, tarde o temprano, que desprenderse de tus cosas, sacarlas del armario y de los cajones y hacerlo ella sola.
Creo que ahora está buscando la manera de no hacerlo. Conociéndola seguro que antes compra otro armario y lo coloca donde sea.
Siempre he pensado que todas las cosas ocurren por algo, pero a esto no le encuentro el motivo. No entiendo por qué tenemos que echarte de menos, no entiendo por qué tenemos que vivir sin ti. No entiendo nada, quizá porque no haya nada que entender. No sé, si hay respuesta sólo tú habrías sabido dárnosla.
César, te echamos de menos, nos haces falta amigo.
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