Me encanta cuando sé algo que se supone que no debo saber. No me refiero a cualquier cosa, si no a algo que la persona en cuestión no quiere que sepas, que se supone que no sabes ... me encanta.
Como cuando alguien te dice que no te está poniendo los cuernos y con tus propios ojos le has visto comerse los morros con alguien. Vamos a ver si me explico, que no es que me guste que me pongan los cuernos, pero esa especie de poder que se tiene cuando se sabe algo que te niegan ... me gusta. Llámame rara.
Resulta que de un tiempo a esta parte, por temas de trabajo, hablo mucho con un tío. A fuerza de hablar hemos acabado hablando de todo un poco. De todo, menos de lo que se supone que yo no sé ... jajajajaja! Resulta, que mi interlocutor en cuestión está casado, pero yo "no lo sé" ... ay! alma de cántaro, que las noticias vuelan! y claro, yo lo sé porque me lo han contado ... pero claro, él no lo sabe.
Hasta aquí, bueno, sí, yo también podría haber preguntado, pero ... es que ¡me lanza los trastos! No, no me conoce, sólo hemos hablado por teléfono, pero él me lanza los trastos (que es algo que no llego a entender). Y no, no es subjetividad, es objetividad como una casa ... me los lanza y a dar además!
Y yo me callo y me rio internamente ... porque sí, porque somos, en el fondo (y tal vez no tan en el fondo) malos ante la mentira. Y lo dejo que me dore la píldora, y le rio las gracias ... hasta que un día, de verdad, de verdad de la buena, me ría y le pregunte por su mujer ... jajajajaja!
Lo reconozco, a veces puedo llegar a ser cruel, pero quien esté libre de pecado ...
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