jueves, 29 de septiembre de 2011

El museo de las relaciones rotas

Hoy he descubierto que esto existe, "el museo de las relaciones rotas". Como dirían muchos, ya no saben qué inventar, pero lo cierto es que a mi me parece interesante.

¿Qué ocurre con todas esas cosas que guardamos vinculadas a una relación cuando ésta se acaba? Porque hay ciertos objetos que sí que tienen un valor económico, y de esas, por lo general, no nos desprendemos. Pero, ¿y todas esas chorradas que tuvieron un significado pero cuando la relación se termina dejan de tenerlo y carecen de valor económico? En la mayoría de los casos, sobre todo si somos la parte que abandona, acaban en la basura. ¿Por qué no dejar que esos objetos no valiosos vayan a un museo?

Me hace gracia la idea. Miles de entradas de cine, de facturas de restaurants, entradas a conciertos, notas en servilletas y otros muchos objetos inimaginables (yo una vez guardé una tapa de un yogurt). Venga, reconozcámoslo, todos hemos guardado y seguimos guardando estas chorradas ... objetos que, una vez terminada la relación y olvidados los sentimientos que nos llevaron a acumularlos, se nos hacen incluso incómodos de ver (ya no digo de almacenar, que eso es otro cantar).

Cómo cambiamos cuando nuestros sentimientos cambian ... ese trozo de papel ante el que sonreíamos se convierte en un trozo de papel que nos hace pensar "tú eres tonta? qué leches haces guardando estas gilipolleces?" pero, seguimos guardándolos con cada nueva historia que nos emociona ... va, venga, nadie puede negarlo.

En un museo, no tendrían ese valor sentimental que quien los acumuló le dio al principio. Como obras de arte, cada observador interpretaría lo que pudo llevar a su antiguo dueño a almacenarlo o se identificaría con él porque en algún momento también guardó ese mismo objeto. Habría interpretaciones de todo tipo. Sería divertido incluso que se pudieran hacer congeturas sobre el significado de tal o cual objeto ... Lo cierto es que me gustaría verlo ...

Este tipo de museos que hablan de personas, de historias, son los que me gustan. Hace un tiempo, un gran amigo me habló de una exposición que vió en un museo de Nueva York en el que el visitante realizaba una descripción de su primer amor y el artista realizaba un retrato robot ... En realidad, si lo pensamos, todos estos objetos de relaciones rotas son eso mismo, retratos robots de momentos felices, aunque, por supuesto, un momento nunca dura una eternidad ... y para eso estaría el museo, para hacerlos eternos. Todas las ciudades deberían tener uno.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Melancolía de otoño

Pensaba que te echaba de menos, pero no, no es a ti a quien realmente echo de menos, es a mi contigo. A mi yo cuando eramos nosotros. Eso es lo que echo de menos.
No necesito tus caricias, ni tus besos, ni tu presencia, porque sé que no me hacen falta, porque en realidad nunca las necesité, pero sí que echo de menos aquello que hicimos de nosotros.

Me echo de menos a mi. Mi forma de pensar, mi manera de sentirme, mi falta de complejos, mi capacidad para entenderlo todo o nada, mi carcajada sonora. Mi yo de entonces, mi yo contigo. Eso es lo que extraño. Y creo que no voy a volver, porque me fuí cuando nos fuimos. Creo que aquel yo, como otros yo no volverá, pero de este yo sí que estaba enamorada ... este yo me gustó desde el principio, porque era un yo completo ...

Encontrarlo ahora se hace complicado, porque aunque lo encuentre estará cambiado y seguramente me guste menos ... no lo sé. Ahora mismo sólo echo de menos aquello que fui, aquello que era contigo, aquello que ya no seré ni será. Melancolía de otoño seguramente.