viernes, 19 de noviembre de 2010

A mi abuela

Te tengo en mi memoria de mil maneras: Riendo, gastando bromas, diciendo cosas absurdas en tono serio y esperando muy seria a que nos riéramos con tus chorradas.

Todavía escucho en mis oídos tu voz, tu risa, tus "niña, no subas por ahí que el otro día se cayó una niña como tú", tus "pues he engordado", a ti cantándome cuando era pequeña para que me durmiera, tus cambios de nombre cuando nos regañabas y no sabías a qué nieto nombrar y siempre soltabas la retahíla.

Siento tu mano acariciándome la frente, tus abrazos, tus besos, tu calor.

Te recuerdo, como si fuera ayer, una noche, muy pequeña, metida yo en tu cama y tú sentada a mi lado, consolándome, aunque no sé por qué, seguramente porque tenía miedo de algún fantasma imaginario.

Te veo en la puerta de tu casa, despidiéndome, cada vez que me iba y yo, en el coche, mirando por el retrovisor, aguantando las lágrimas y pensando si no sería esa la última vez que te vería ... pero nunca lo fue.

Esta última vez pedí que lo fuera, porque no quería verte sufrir más, porque no quería que sufrieras más, porque tú, tan buena, tan linda, tan poquita cosa pero tan grande, no te merecías seguir así.

Hay personas buenas, pero buenas de verdad, que no saben lo que es el egoísmo y hacen cualquier cosa por las personas a las que quieren (y por un desconocido también) y tú, abue, hasta el final has sido así. Has esperado para acompañar a tu hermana ... ahora lo entendemos todo ... por qué seguías aquí cuando debías haberte ido ...

Espero que te hayas llevado todo el amor que hemos querido darte. Nunca habrá bastante amor para darte a cambio del que tú nos has dado pero espero que el que te dimos fuera suficiente ...

Abue, surcos, no sé si he sabido decirte y demostrarte cuanto te quiero, pero ten por seguro que tú sí que lo has hecho ... y de sobra.

Te quiero infinito ... y un poquito más.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Sólo por escucharte

A veces, cuando sé que ella no está, llamo a tu casa porque sé que serás tú quien responda mi llamada. No hablo, me limito a escucharte. Sonrio al escuchar ese “¿sí?”. Sigo sonriendo mientras sigues hablando. Cuando dejas de hablar cuelgo, pero mi sonrisa continúa en mis labios. Vuelvo a coger el teléfono y vuelvo a llamar, esperando de nuevo el “¿sí?”, sonriendo con cada palabra que dices. Yo, sigo sin hablarte y cuando cuelgo es cuando te digo cosas. Porque sé que las escuchas, porque sé que me oyes cuando te grito enfadada por haberte ido, porque sé que me sientes cuando te echo de menos, porque sé que te ries cuando me rio con ella y hablamos de ti, porque sé que nos miras cuando desayunamos juntas y nos contamos nuestras cosas … esas de las que nunca te enterarías si no fuera porque te fuiste.

Conociéndote, tengo muy clara la intención que tenías cuando grabaste aquel mensaje en el contestador. Lo hiciste para que quien lo escuchara se riera y pensara “qué cabrón, ya se ha quedado conmigo”. Creo que todos los que escuchamos el mensaje ahora nos seguimos riendo, aunque con un atisbo de tristeza, pero … amigo, nos sigues sacando una sonrisa. Ese eras tú. Ese eres tú. Ese seguirás siendo tú, estés donde estés.

Yo, por mi parte, seguiré llamando a tu casa para escucharte de vez en cuando, porque incluso ahora, que han pasado casi dos años, sigo sin creérmelo del todo. Supongo que algún día tendré que empezar a hacerlo.

viernes, 1 de octubre de 2010

Noches

Aún hay noches en las que estiro el brazo y busco tu cuerpo a mi lado. Noches en las que mi cuerpo se imagina acurrucado a tu lado y te olisqueo. Aún recuerdo tu olor. Si cierro los ojos, aún puedo olerte. Aunque estés a cientos de kilómetros de mi. Aunque te encuentres a muchos días de distancia.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Damned

Se despertaron y salieron de casa. Su avión salía en un par de horas. Aún tenían tiempo para desayunar tranquilamente.

En su cafetería de siempre, la que estaba justo debajo de casa. Al entrar por la puerta puerta el camarero ya sabía lo que querían. Él zumo de naranja, café y tostadas con mantequilla. Ella café sólo y sin azucar. Era uno de esos lugares familiares a los que les gustaba ir porque se sentían como en casa. Era su rutina diaria. Bajar a desayunar juntos era uno de sus momentos favoritos, cuando aún había demasiado sueño para hablar pero no para mirarse con aquella complicidad que hacía inecesarias las palabras.

Apuraban esos últimos momentos juntos. Él la miró a los ojos y sonrió. Aquella sonrisa intentaba convertirse en un abrazo reconfortante para ella. Ella le devolvió una mirada vacía y se encogió de hombros. El abrazo no había llegado.

Aquella noche Olga no había dormido bien. No conseguía conciliar el sueño. No dejaba de darle vueltas y más vueltas a la cabeza, con la misma idea golpeando contra cada rincón de su cerebro de manera incansable. Él se iba a la mañana siguiente y sabía que todo cambiaría. Volvería, pero nada sería igual. De hecho ya había empezado a cambiar. Estaba con él distante, fría. Lo sabía. No quería, pero no podía evitarlo. De pronto, como un soplo de aire frio que entra en una casa cálida en invierno, algo en su interior se retorcía y lo miraba con odio. Escuchaba sus palabras, pero no era capaz de sentirlas. No sentía el calor, no sentía el cariño, no sentía el amor. Sólo se sentía herida por todas y cada una de ellas. Las sentía falsas.

Terminaron el desayuno y subieron al coche. Ella conducía. Él la miró. Decidió no decir nada. Conocía aquella mueca torcida en su rostro y sabía que era mejor no hacerlo.

Llegaron al aeropuerto. Lo acompañó a la puerta de embarque. Él intentó besarla y ella giró la cara. Se dió la vuelta. Se fue de allí.

Cuando llegó al parking, justo cuando abría la puerta del coche, alguien la abrazó por la espalda. Alguien le susurró "Lo siento, sabes que lo siento, si pudiera lo evitaría, pero no sé cómo". Era él. Ni siquiera se giró. Abrió la puerta, arrancó el coche y lo dejó atrás.

Él sólo se iba un par de días, pero nada más despegar su avión aterrizaría otro, en el que llegaba su mujer, ésta vez para quedarse. Nunca, a lo largo de aquel año de relación se había sentido la otra. Desde que conoció la noticia de su llegada supo lo que significaba aquella palabra. Supo que aquella sensación no le gustaba. Supo que no volvería a verlo. No podía hacerlo después de haberse sentido así.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Suerte



Primero fue complicado
comprender que tus tragedias cogieran mis manos
como teclas de un piano
en blanco y negro tus excusas me mecían tanto.

Ahora todo está muy claro
no se puede jugar sin tirar los dados,
tú puedes seguir pensando
que se pinchó nuestra pelota entre los dos tejados.

Y qué más da .. pensar sin ti
lo que la historia pudo dar de sí,
se me amontona en el pecho
lo que no me atrevo a decir.

De dos en dos, por el balcón,
se tiran las cosas que te grito sin voz
qué quieres que diga
me doy por vencida.

Suerte ...
Suerte ...

No creíste en los milagros
y enterraste nuestros días de antemano.
Te largaste tan despacio
que aun quiero saber por qué tardaste tanto.

Y qué más da .. pensar sin ti
lo que la historia pudo dar de sí,
se me amontona en el pecho
lo que no me atrevo a decir.

De dos en dos, por el balcón,
se tiran las cosas que te grito sin voz ..
qué quieres que diga ..
me doy por vencida.

Suerte ..

Se marearon las vueltas de este tiovivo,
se fundieron mis ansias de brillar contigo.

Y qué más da .. pensar sin ti
lo que la historia pudo dar de sí,
se me amontona en el pecho
lo que no me atrevo a decir.

De dos en dos, por el balcón,
se tiran las cosas que te grito sin voz ..
qué quieres que diga ..
me doy por vencida.

Suerte ..
Suerte ..
Suerte ..

lunes, 26 de julio de 2010

Now, if you don't mind, leave




Creo que todas las pérdidas, ya sean de un amor o de un ser querido, traen consigo una mezcla de sentimientos que van pegados de forma irremediable a palabra pérdida: dolor, resignación, impotencia y rabia.

No puedo escuchar esta canción (digo escuchar, no oir) muy a menudo, porque siempre me hace llorar. Creo que aglutina en pocos minutos todos esos sentimientos desgarradores. Me devuelve a ese estado de pérdida. Me va cogiendo por dentro y al final me deja con la sensación de que debo soltar todo lo que me ha dejado por algún lado y siempre rompo a llorar ...

Aunque no supiera lo que dice, creo que transmite todo eso ... no voy a tratar de explicar en qué parte de la canción habla de qué ... A mi sé de qué me habla. A mi siempre me duele y sé por quien me duele ...

sábado, 24 de julio de 2010

El mercadillo de los besos: abierto

Yo guardo besos, ya lo he dicho, para cuando los necesito, de las personas a las que quiero. Los voy usando, administrando, racionando, para que no se me acaben, para que duren hasta la próxima vez que vea a esa persona y pueda reponer el stock.

Tengo varias cajas de besos: la de mis padres, la de mi hermana, la de mi cuñado,la de mis familiares, la de mis amigos-familia, la de mis amigos ... Esas cajas se rellenan cuando estoy con ellos. Los beso el doble para que así esos besos de sobra se acumulen en sus cajas correspondientes.

También tengo una caja de besos no dados. Esos besos son míos para otras personas. Besos que nos gustaría dar, pero que quizá no sabemos ni a quien, a lo mejor ni siquiera conocemos al receptor de esos besos. Pero están ahí, guardados con ilusión, porque si algún día surge la ocasión sabremos perfectamente el beso que utilizar.

Aunque estos besos no dados caducan. Al principio estan cargados de energía, cargados de ilusión, de fantasía ... pero con el tiempo, guardados en una caja, pierden fuerza. Como el cava, que si no se consume acaba perdiendo sus burbujas y su sabor se vuelve añejo ...

Por eso he pensado que debería existir un lugar donde poder intercambiar esos besos no dados. Un lugar en el que todos los que guardamos esos besos podamos intercambiarlos. Cambiando de dueño, cambiando de boca que los dé, volverían a ser fuertes y emocionantes, volverían a ser nuevos. Las cosas que nos parecen viejas e insulsas por la costumbre de verlas suelen ser emocionantes y bonitas para aquellos que las ven por primera vez, así que imagino que lo mismo debe pasar con los besos.

Sería bonito un mercadillo de besos, abierto los domingos por la mañana, con cartelitos del estilo "cambio besos de amor por besos de pasión" o "se cambian besos de ternura por besos de judas" ...

No sé, a mi la idea me parece chula. Así podríamos cambiar nuestros besos en esos mercadillos y quizá conocer a quienes soñabamos como receptores de los mismos ... puede que algún día lo veamos ... quien sabe.

viernes, 23 de julio de 2010

When it's good ... when it's gone

Para qué decir nada ... simplemente genial.


sábado, 17 de julio de 2010

Desde el otro lado de los sueños

4.27 a.m. A veces qué inteligente puede ser el cuerpo humano (o qué torpe, según se mire) para despertarse siempre a la misma hora. Ni un minuto arriba ni un minuto abajo. Exacto, a las cuatro y veintisiete de la madrugada. Llevaba despertándose a esa hora cuatro días. No sabía ni por qué se molestaba en mirar el reloj de la mesilla, esquivando su cabeza para poder ver la hora. Siempre era la misma. Empezaba a dar vueltas en la cama, con cuidado, para no despertarlo. Empezaba a rumiar ideas. Hacía una lista interna con cosas que hacer al día siguiente … no conseguía volver a dormir.

Así que aquella noche decidió levantarse, en parte para no estorbar, en parte para ver si cambiando su rutina conseguía romper la maldición de las 4 y 27.

Se deslizó por la cama sin hacer ruido. El calor era sofocante, pero no le molestaba. Descalza y desnuda salió de la habitación. Tampoco sabía muy bien qué hacer sin hacer demasiado ruido.

Cogió un cigarro y se asomó a la ventana de la cocina. Hay cigarros que saben distintos. Duran más, saben más, te relajan más. En la oscuridad de la noche, a través de la ventana, ese cigarro era como un pequeño faro que se encendía y se apagaba con cada calada. Nada en el horizonte, salvo miles de estrellas. Silencio absoluto, salvo unos cuantos grillos que como ella no conseguían dormir. A esas horas, en esa situación, habría deseado vivir en una gran ciudad y poder observar el ajetreo de aquellos que no duermen para entretenerse. Pero no, no había nada que mirar, salvo las estrellas parpadeantes sobre un cielo negro como el carbón. “No, no me gustan estas vistas. No me gustan ahora. No necesito paz en este momento, o al menos, no necesito esta paz.”

Apagó su cigarro y cogió otro. “Cambiemos de escenario“. Si algo le gustaba de aquella casa era su situación y la orientación de sus ventanas. Unas mirando al norte, donde se podía intuir la inmensidad de las montañas, donde la palabra infinito cobraba fuerza. Otras, hacia el sur, hacia el mar, hacia su mar, donde la fuerza de las olas a veces la quebraba por dentro y donde otras veces, la calma se hacía presente, calmándola también a ella.

“Veamos lo que tenemos en este balcón, cambiemos de rumbo. Viajemos al sur“. Mientras encendía el segundo cigarro su mar la saludó. El olor a salitre inundó sus pulmones. Se dejó llenar de mar. Se apolló con las manos en la barandilla, sacó casi medio cuerpo fuera e inspiró. Le encantaba esa sensación. Desde que una vez vivió alejada del mar repetía ese ritual siempre que tenía ocasión. Llenarse de mar, dejarse poseer. La luna, creciente, se desquebrajaba en un mar intranquilo. “Me gusta que andes revuelto, tú tampoco puedes dormir, eh?” cambió de posición para estar más cómoda. Se relajó y continuó mirando, intuyendo a las olas romper. Sólo había una cosa con la que conseguía estar no haciendo nada y perder la noción del tiempo: mirar el mar.

Así estuvo, no supo cuanto tiempo, hasta que una sonrisa callada la devolvió a su balcón. “vuelve a la cama, ya has dado muchas vueltas esta noche”. Ella sin girarse sonrió. Él siempre dijo que le gustaría poder observarla sin que se diera cuenta cuando se despertaba insomne y esta vez lo había conseguido. Lo había observado todo a través un pequeño agujero desde el otro lado de los sueños.

lunes, 5 de julio de 2010

Me quedo con ...

Me quedo con la sonrisa de tus ojos, con tus ganas de contarme, con mis ganas de escucharte, con nuestras críticas constructivas.

Me quedo con tu intuición para las historias, con tu manera de contarlas.

Me quedo con el amigo que ahora eres, que dejó de ser un desconocido el día que me permitió entrar en su vida con mi espíritu curioso y no le importó.

Me quedo con mi forma de ver el mundo a través de tus ojos.

Me quedo con sabernos muy iguales en las cosas importantes, con entendernos aún sin decir nada.

Me quedo con los sentimientos de ahora, que son hijos de los sentimientos que hubo.

Me quedo con tus sueños y con los míos y con la certeza de que algún día los conseguiremos, aunque no sea juntos.

Me quedo con un mantel emborronado de frases, pensamientos y números de lotería.

Me quedo con los miles de temas pendientes que nos seguirán surgiendo en nuestras conversaciones y que seguiremos guardando para cuando nos veamos.

Me quedo contigo, libre y viajero, porque no serías tú de otra manera.

domingo, 4 de julio de 2010

Mi hermano mayor ... veinte años después

Por mi experiencia en la vida, me he dado cuenta de que hay ciertas personas que - todavía no he descubierto la verdadera razón - te llegan de una manera especial, te gustan aún sin conocerlas más que apenas de vista, te resultan familiares, cercanas... Tal vez sea su físico, sus gestos, su timbre de voz o su forma de moverse, pero te resultan atractivas nada más verlas por vez primera; y, a poco que cruces con ellas unas pocas palabras, sabes (intuyes) que sois afines, que podríais congeniar, que tenéis cosas en común. Incluso sin cruzar palabra alguna: alguien que se sienta frente a ti en el metro; un dependiente tras un mostrador cualquier tarde de compras; una actriz a la que entrevistan en la tele, alguien que te sonríe por la calle...Pues eso me pasó siempre con Marcos.

Yo entonces era una niña, tendría 10 años y él era ya un adolescente, pero a pesar de la diferencia de edad, siempre hubo una conexión especial. Me gustaba estar con él, quizá porque no me trataba como a una cría sino como a un igual ... era como un hermano mayor para mi, yo como su hermana pequeña.

Estuvimos en contacto durante un año más o menos y luego desapareció. Se mudó y no sabía (creo que ni me lo planteaba) a donde había ido, porque con esa edad no piensas demasiado en las personas que son importantes en tu vida.

A los años, quizá tenía yo 20, una noche volví a encontrármelo y no fue como encontrar a un desconocido. Empezamos a hablar como si el tiempo no hubiera pasado, como si esos años de impás no hubieran existido, como si nuestra amistad, entre una niña y un adolescente, hubiera madurado durante ese tiempo. Recuerdo con nitidez aquella noche, aquella conversación. Hablamos de lo que había sido de nuestras vidas, de lo que habíamos hecho, de lo que estábamos haciendo. De los amores y desamores, de lo que esperábamos de la vida ... me encantó reencontrarlo. Fue como recuperar a mi hermano mayor, cuando pensaba que lo había perdido para siempre. Quedamos en volver a vernos y no recuerdo muy bien por qué no fue así. Fuimos dejando pasar los días, supongo ... y de nuevo nos perdimos la pista.

Esta vez sí que me importó más. Esta vez sí que fui consciente de que él era una pieza importante de mi vida, porque existía esa conexión que por suerte no se da siempre entre las personas y que es lo que hace que cuando encontremos a alguien especial nos demos cuenta de que lo es.

Durante todos estos años, muchas veces, me he preguntado qué habría sido de su vida. Es curioso como a veces nos gustaría saber qué ha sido de personas con las que hemos pasado muy poca vida y no de aquellos que deberían ser importantes, teniendo en cuenta el tiempo que hemos compartido. Como dice una canción “hay gente que no consigues olvidar jamás, no importa el tiempo que eso dure”. Debe ser que por muy poco tiempo que pasemos con alguien, si existe esa conexión da igual la edad, el sexo o el tiempo transcurrido. Esa sensación de que ese alguien es especial se te queda marcada a fuego.

Más de veinte años después de nuestro primer encuentro, las nuevas tecnologías nos han hecho volver a encontrarnos. A través de amigos de amigos de amigos ... bendito facebook!!! y ha vuelto a ser como aquel segundo encuentro. Una década o más de cosas que contarnos pero con la sensación de que no ha pasado el tiempo, de que esa conexión sigue intacta. Hemos tratado de ponernos al día, aunque seguimos en ello y hemos hablado de esa conexión, que subjetivamente conocíamos, pero que no sabíamos si el otro también sentía ... y sí, era mutua.

Al leer sus correos me doy cuenta de que esa intuición inicial no fue errónea, somos muy iguales. Nuestras vidas han evolucionado de una manera muy similar sin saberlo.

Me gustó lo que me dijo en su segundo correo: “veo tus fotos y ¡eres tú! tienes la misma cara, las expresiones que recuerdo, esos ojillos y esa sonrisa enorme siempre en tus labios. Y me doy cuenta que sigues teniendo ese "algo especial"... “ Me gustó porque sentí lo mismo cuando lo vi por tercera vez, que a pesar de los años sigue siendo él, que seguimos siendo los mismos y no hemos cambiado. Sigo sintiéndolo igual de cercano que hace veinte años, quizá porque nuestra esencia, lo que somos, no ha cambiado en absoluto.

Me encanta saber que mi “hermano mayor” es feliz y que cuando no lo ha sido ha salido de sus infelicidades con algo bueno aprendido ... Tiene un niño precioso, una mujer encantadora (con la que vive en pecado, no esperaba menos de él ... jeje). Lo siento feliz y sereno ...

He tenido mucha suerte en volver a encontrarlo, sobre todo teniendo en cuenta que la vida, en raras ocasiones, nos da tres oportunidades.

Esta vez no piens perderle la pista.

martes, 29 de junio de 2010

Las cosas que nunca te dije




Allá en el fondo, todas las palabras que dijimos, y de las que ya no guardamos recuerdo, duermen bajo las aguas.

Duermen aquellas que no supimos decir y esperan su tuno para salir a flote.

Las cartas que hemos roto, las no recibidas y las veces que hemos dicho adiós.

La pena que sentimos y que hoy al recordarla nos parece pequeña.

La risa o el llanto que no llegó a brotar.

Todo duerme allí, en es fondo.

domingo, 27 de junio de 2010

Barcos que se cruzan en la noche

Artículo de Rosa Montero en El País Semanal (27/06/10)

Una amiga mía, la escritora francesa Myriam Chirousse (preciosa su novela Vino y miel, en Alfaguara), me ha enseñado un dicho inglés que yo no conocía: ships passing in the night, barcos pasando en la noche. Se trata de una metáfora para describir los desencuentros que el azar procura; puede referirse a cualquier cosa, una amistad que no cuajó o un trabajo que no salió por pura mala suerte, por no estar en el lugar adecuado en el momento adecuado, pero por lo visto la frase se utiliza sobre todo para los asuntos sentimentales. Y sin duda es ahí, en el estremecido e incierto territorio del amor, en donde la imagen adquiere mayor emoción: es fácil visualizar dos grandes trasatlánticos cuajados de luces cruzándose en el mar, demasiado lejos el uno del otro, y perdiéndose lenta y majestuosamente en la noche oscura, sin haber tenido otro contacto que el eco lejano, casi idéntico, del ulular de sus sirenas.

¿Y por qué esta escena nos resulta más conmovedora si la dotamos de un contenido amoroso? Pues probablemente porque partimos de una viejísima leyenda profundamente hincada en nuestra conciencia: la ilusión del otro que nos completa, del alma gemela que supuestamente nos espera en algún lado, de ese ser tan idéntico a nosotros que podría ser nuestra consabida media naranja. Se han rodado decenas de películas románticas y se han escrito infinidad de novelas rosas abundando en la misma ñoñería, en la idea de que existe un ser predestinado para ti que anda dando tumbos por la Tierra y al cual conocerás si tienes suerte (y por cierto que haría falta tener muchísima suerte para colisionar en tu breve vida con ese único individuo entre los 6.000 millones de habitantes del planeta). Y es el peso de esta leyenda lo que cargaría de tragedia el ciego entrecruzar de barcos en la noche. Maldición, para una vez que te topas con el hombre o la mujer de tu vida, ¡resulta que por algún casual y menudo desencuentro no llegas a hablar, a quedar, a poder establecer una relación! Sudores y temblores.

La idea de la media naranja es un ensueño disparatado, pero también profundo y antiguo y poderoso, porque la pasión siempre es fusional, porque al amar queremos deshacernos en el otro, porque es fácil que te ciegue el espejismo de la semejanza con el amado. Cuántas veces, al empezar una relación, repetimos llenos de entusiasmo a quien nos quiera escuchar la lista de todos los detalles que nos unen: ¡A los dos nos encantan las películas de ciencia-ficción! ¡A los dos nos gusta bailar! ¡Hablamos los dos inglés! Y nos las apañamos de maravilla para ignorar todo lo que nos separa, esa lista de diferencias fundamentales que luego también endilgamos a los pacientes y resignados amigos una vez que hemos roto: ¡era un bruto insensible incapaz de leer un solo libro! ¡Se pasaba las horas sin hablar una palabra! ¡No tenía el menor sentido del humor!

Ah, sí: ¡cómo ansiamos que nuestros amados se nos parezcan! Si pudiéramos de verdad identificarnos totalmente con alguien, si consiguiéramos unirnos a ella o a él como el dedo a la uña, nos libraríamos de la terrible soledad existencial y de la muerte que nos espera muy dentro de nosotros, agazapada. Tal vez este anhelo de la pareja idéntica no sea más que un recuerdo enterrado en nuestras células, la añoranza del útero materno, la borrosa nostalgia de ese tiempo primero en el que fuimos dos siendo sólo uno. Todos hemos sido expulsados del paraíso, y el Edén estaba hecho de carne y agua tibia; y quizá nos pasemos el resto de nuestras vidas buscando un sustituto para ese corazón que latió durante algunos meses junto al nuestro.

Luego, en realidad, nos las apañamos como podemos con lo que hay. Y nos las apañamos bastante bien, porque los humanos somos animales adaptativos por naturaleza. Quiero decir que si hay un pueblecito con treinta habitantes en mitad del desierto australiano, y no vive nadie más en cuatrocientos kilómetros a la redonda, y en el pueblo sólo hay dos adolescentes de la misma edad, es casi seguro al cien por cien que esos dos chavales van a enamorarse. Queremos querer, necesitamos querer, y lo hacemos pase lo que pase. En una gran ciudad y con una existencia más movida que la de esos supuestos adolescentes australianos, las posibilidades de elección son mucho más amplias, desde luego, pero eso no asegura un éxito mayor de la pareja. Yo creo que, en realidad, y a partir de una base mínima de compatibilidad, las relaciones dependen sobre todo de lo que uno haga con ellas. De lo que sepas dar y lo que hayas aprendido a esperar. Total, que no hay un solo trasatlántico en la noche. Digamos más bien que estamos instalados en mitad de una ruta oceánica, y los barcos vienen y van con las orquestas tocando confusa y ruidosamente.

viernes, 25 de junio de 2010

No fue un sueño

El sábado estaba en la cama y escuché tu voz. Clara, fuerte. Nada de susurros, nada de creer que la escuchaba. La estaba oyendo. Escuché como me decías “bona nit princesa”. Te juro que te escuché y no quería abrir los ojos para que no desaparecieras. Seguí con los ojos cerrados, metida en la cama, escuchándote. Me encanta tu voz ronca y ese acento medio andaluz medio catalán que se te ha quedado con los años. Me gusta hablar contigo. Mezclar los idiomas.

Empecé a contarte cosas. Cosas intrascendentes. Lo que había hecho en el día, tonterías, nada importante. Luego empezamos a hablar de mamá y papá, de la tita, de mi hermana, del resto de la familia que construisteis hace más de 40 años unos amigos y que sigue unida, más que si fuera una familia de sangre. De que Nacho se casa, de que a mi no hay quien me case -“mejor, eres la más lista, no te dejes atrapar” me dijiste, como siempre me has dicho-. Nos reimos recordando el bautizo de Linda y Curro (donde tú ejerciste de cura), de aquella pelea de sandías …

Te escuchaba, pero no podía olerte y tu olor es característico, es el olor de mi tito Moncho. Y ese olor no estaba. Y de pronto, me di cuenta de que me lo estaba imaginando todo. De que ya no estás. Fui consciente, por primera vez en casi dos meses de que no voy a volver a verte, de que no vas a estar en las próximas reuniones, de que no vas a venir a buscarme para que te huela …

Quizá este tiempo me he inventado otro dolor, otra pena y me he aferrado a ella, porque dolía menos, porque no quería enfrentarme al auténtico dolor. Por primera vez, me ha dolido desde aquel día. Esta vez el he notado el auténtico vacío y la desesperación, porque esta vez me he dado cuenta de que no voy a despertarme y vas a estar ahí. Porque ahora sé que no ha sido un mal sueño. Porque no tengo otras pesadillas a las que agarrarme

De todas formas, creo que esa conversación no me la inventé, que fue real y que viniste a despedirte.

T’estimo tito Moncho.

martes, 22 de junio de 2010

Porque nunca me gustó la sopa de cebolla








No pienses demasiado qué pasará en el futuro, porque el futuro es incierto y nos tiene miles de sorpresas preparadas que nos rompen los planes hechos en un presente cierto.

No pongas la venda antes de hacerte la herida, porque puede que sea una venda malgastada y la necesites más adelante.

Disfruta el presente, disfruta el momento. Disfruta lo que tienes ahora, porque en un segundo ahora será pasado y habrá desaparecido.

No esperes a mañana, porque mañana a veces no llega o llega demasiado tarde.

Los coyotes no existen y por tanto no hay segundas oportunidades, a veces sólo hay una, otras ni siquiera eso.
Apuesta por las cosas cuando las tienes delante.

No dejes que pase por debajo de tu ventana sin pedirle que se quede contigo, ni que suba a tu coche sin que emprendáis una urgente huida.

Recuerda que los amores cobardes no llegan ni a amores ni a histórias; se quedan ahí, ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar.

domingo, 20 de junio de 2010

No pay, no game. Duele, su puta madre

Hasta que un día te levantas y el cadáver ya no está ... gracias a dios. Toda herida necesita doler para que cure ...
He vuelto!



Cuando ella me abandono,
yo a mi vez me abandone,
mi melancolía y en mi barba de tres días,
y alrededor de tus labios un circulo rojo como los bollos.
A quien le amarga un dulce como tu?, como tu? Como tu?.

Antes de olvidarte,
tengo que llorarte la piel,
no pay no game, duele su puta madre,
cada vez me importa menos donde meto la nariz
siempre amanezco al lado de un cadáver,
y entre flores muertas y martelos
te hecho de menos, sincero,
como Penélope en la estación del ave, sí

No se quien soy,
no se quien fui,
a veces pienso
en los lugares donde dices que estuve,
llegamos alto, con las estrellas,
me confundí entre ellas,
vomite todo el champagne,
sobre tu alfombra persa,
muñecos rotos

domingo, 13 de junio de 2010

Feliz cumpleaños

Estaba agotada de luchar contra su instinto, de luchar contra su cabeza. Agotada. Sólo quería dejarse llevar y que todo pasase. Sólo quería dormir hasta que no doliese. Pero sabía que no era posible.

Sentada en su sofá, con la mente en blanco, con la mirada perdida en la pantalla apagada del televisor, sin pensar en nada… así llevaba cuatro horas y cuatro más que seguiría si así conseguía descansar. Pero cada cierto tiempo su lucha interna volvía a apoderarse de ella. Una y otra vez. Esa necesidad de gritar. Esa necesidad de hacerse un ovillo y que todo terminase pronto. Pero no acababa y cada vez el dolor aparecía con más fuerza.

Sonó el teléfono por enésima vez. Para qué cogerlo. No quería hablar con nadie. Tampoco quería estar allí, aunque realmente no quería estar en ninguna parte. Quería huir, pero era imposible, ya que no podía separarse de su dolor y de eso era precisamente de lo que quería escapar. Quería escaparse de sí misma. Desaparecer de su cuerpo, que se quedara allí mientras ella volaba a miles de kilómetros de distancia. O quizá no fuera necesario ir tan lejos, puede que sólo fuese necesario alejarse unos metros … olvidarse, por unas horas aunque fuera, de lo que había pasado y sobre todo, de lo que iba a pasar.

Le esperaba aún lo peor. Escuchar el silencio, ver el aire a su alrededor parado porque nada se movía, porque no había nadie que lo moviese salvo ella. Encontrar fantasmas detrás de cada puerta, dentro de cada cajón, al doblar cada esquina. Quedaba lo peor, siempre y cuando el dolor que sentía en ese momento no la devorara antes y terminase con ella.

Quería desaparecer y no podía. Estaba allí, sobre el sofá, encendiendo un cigarro tras otro, abrazada a su cuerpo, abrazada a un cojín que aún conservaba su aroma, sin sentir nada más que dolor.

Tenía que ponerse en marcha, ya casi era la hora. Se puso sus vaqueros y su camisa preferida. Se maquilló. Quería que él la viera radiante. Bajó las escaleras como un zombi. Abrió la puerta de la calle y el sol casi la cegó, a pesar de que llevaba sus gafas puestas desde hacía tres días como parte ya de su rostro, los rayos atacaron como alfileres sus ojos inflamados de no dormir. Condujo como una autómata aunque sabía perfectamente donde terminaría el camino. Salió del coche y caminó hasta llegar a su destino.

Se sentó sobre el frío mármol y acarició las letras que formaban su nombre. Las ocho y cuarto. Justo a tiempo. Sacó del bolso una botella de vino y un par de copas y las llenó. Una para ella y otra para él. “Feliz cumpleaños” susurró. Como cada año, a las ocho y cuarto, el día de su cumpleaños brindaban y se limitaban a mirarse. Habían pasado tres días desde que él murió, pero no quería que aquella tradición muriese con él. Entonces, justo en aquel momento, el dolor cesó por un instante y por fin, rompió a llorar.

sábado, 12 de junio de 2010

Dos finales, una realidad.

Hoy el tema va de películas y como no, de relaciones.

Ayer, escuchando la BSO de “Once” de pronto me vino a la cabeza otra película “¿Qué les pasa a los hombres?”. Ya, ya, no tienen nada que ver la una con la otra, pero ... sí que tienen que ver, lo que no sé es si conseguiré explicarme.

Cuando vi “¿Qué les pasa a los hombres?" además de reírme mucho, pensé que debería ser una película que todas las madres les pusieran a sus hijas (no digo hijos, digo hijas) para que se fueran olvidando del príncipe azul y empezara a ver a la rana verde ... pero está claro que la peli tiene un fallo. Un GRAN fallo y es el final. Es como si se pasaran toda la película hablándote de lo malo que es el tabaco y al final el prota se fuma un paquete entero delante de tus narices... Más o menos eso es lo que pasa en la película: que el tipo se esfuerza durante toda la película en hacerte ver que si un tío te dice que no es que no y que no debes interpretar nada , ni siquiera lo que es realmente obvio y al final va el señor guionista, cuando tú ya estabas completamente convencida de que interpretar a los hombres es un error, y la caga, haciendo que el tío haga lo que una tía querría que hiciese. Vale que así el final queda más bonito (desde el punto de vista femenino), pero ¿es real? Pues va a ser que no, porque ¿cuántas veces después de dejarnos claro que no quieren nada con nosotras llaman a tu puerta y te dicen que no pueden vivir sin ti? En mi caso cero. Porque si algo tengo claro es que estas cosas no pasan y si pasan es sólo en las películas ...

También he hablado de Once. Conocí la banda sonora antes que la peli y la verdad, me encanta! Quizá por eso esperaba más de la película, aunque tampoco sabía de qué iba (me gusta ver las películas sin saber de qué van para que me sorprendan o no). La película en sí es buena ya que solamente por la música merece la pena verla. En cuanto a la relación entre los protagonistas, es del tipo de relaciones que me gustan entre dos personas. Comparten cosas. Se alimentan el uno de otro. Se admiran. Se crea un vínculo entre ellos especial que los hace necesitarse en cierto modo. Hasta que se conocen no se habían necesitado y después de hacerlo sienten que deben compartir con el otro gran parte de sus inquietudes, de su tiempo, de sus pensamientos ... te entran ganas de gritarles desde tu sillón “venga ya! Besaros!” pero el final me dejó fría. Nada de beso, nada de historia. Cada uno por su lado. ¡Pero bueno! Lo que pasa es que en el fondo esa es la realidad. Y no debería dejarme fría un final realista, pero lo hizo, porque me quedé como pensando “vaya mierda, con lo bien que estarían juntos!”

La realidad es la realidad y no los finales de las películas. Es mucho más probable que nadie llame a tu puerta para decirte que te necesita que que tu timbre suene y él aparezca. Es mucho más probable que la historia termine antes siquiera de empezar. La realidad, a grandes rasgos, son los finales infelices de las películas.

Como dice Drexler, hay que amar la trama más que el desenlace en la vida real. Como dijo Aute, los sueños cine son ... y supongo que para eso está el cine, para ver de vez en cuando nuestros sueños cumplidos, aunque sólo sea en la gran pantalla y no seamos nosotros los protagonistas.

miércoles, 9 de junio de 2010

Orgullosa, a medio camino.

Mi madre siempre me dijo que los treinta y tantos fueron su mejor época. Y no voy a llevarle la contraria ... están siendo mi mejor época también. Por supuesto, que lo que vivió mi madre no tiene nada que ver con lo que yo estoy viviendo. Para empezar ella tenía un marido y dos hijas y yo no tengo visos de pareja y de hijos mejor no hablamos ...Pero me gusta esta época y esta época es todo lo que he vivido también antes, que es lo que me ha hecho crecer.

Me he quitado muchos complejos, aunque mantenga otros, pero voy lidiando con ellos y alguno, al final, desaparecerá. Ya no me importa ir con un paraguas por la calle cuando llueve, ni preguntar cuando me pierdo, ni entrar sola en un bar por pensar qué pensarán. Ya no me da vergüenza saludar por miedo a que no me recuerden. Si no lo hacen recuerdo yo por ellos. No me importa lo que piensen de mi los desconocidos y sé que quienes me importan me dicen lo que piensan. No me importa reconocer que no lo sé todo, porque nadie lo sabe todo. Me siguen importando muchas otras cosas, pero tampoco me gusta ser perfecta ...

Me siento bien, aunque a veces tenga días chungos. ¡Es humano tenerlos! y lo mejor es que de esos días chungos aprendes, porque sales, los miras y te das cuenta de lo fuerte que eres cuando hace falta.

Tengo días rebeldes, en los que no estoy a gusto con mi vida y me gustaría cambiarla y mandarlo todo a la mierda ... pero incluso esos días rebeldes son buenos, porque hacen que me sienta viva, sentir que sigo siendo yo, inconformista, pero realista. Y a veces, estos días inconformistas se convierten en motor de nuevos proyectos que mastico en mi cabeza.

Sigo pensando (y estoy en lo cierto) que quien no me conoce cree que soy una cabeza loca, pero cada decisión importante la medito, lo que pasa es que lo que ocurre en mi cabeza sólo lo conozco yo y muchas veces sorprendo con algo que no parece meditado, pero a lo que llevo años dando vueltas.

Llevo vividas seis ciudades, unas con más pasión que otras. Cada una marcó mi vida. En cada una dejé algo. De todas tomé algo aunque fuera la certeza de que no estaban hechas para mi. A algunas vuelvo con la nostalgia del tiempo pasado, pero no pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor. Todas me traen recuerdos. Me evocan amigos, que siguen allí o que ya no están. A todas tengo que agradecerles que me dejaran escudriñarlas. A todas tengo que agradecerles una muesca en el alma.

Cargo a mi espalda incontables mudanzas que me han enseñado que el hogar no se forma de cosas materiales, si no de la esencia de quien lo habita. He aprendido a limpiar en cada una de ellas, tirando lo efímero, dejando atrás lo inútil, sabiendo que lo que no has necesitado en años no lo necesitarás en un futuro. Las cajas cada vez pesan menos, porque en mi mente va lo necesario.

Me empiezan a salir arrugas al rededor de los ojos, pero no me importa, porque las siento como marcas de todas las carcajadas que he sufrido y me gusta tenerlas, me gusta que se note que he vivido.

Mi corazón ha mudado varias veces la piel pero a pesar de ello no tiene callos, sigue sintiendo igual aunque de forma más madura, más consciente. Escuece y duele cuando la piel cae a tiras y se queda el corazón desprotegido, pero creo que eso es mejor que no sentir. Nunca he sabido dar sólo una parte. Forma parte de mi y nunca aprenderé porque no tengo nada que aprender. Soy así, aunque a veces me duela.

He dejado de fumar varias veces y muchas más lo seguiré intentando, hasta que un día lo consiga, quizá para volver a caer y volver a intentarlo.

Creo que he vivido con intensidad lo que me ha tocado vivir. Seguramente podría haber aprovechado más, aunque no me arrepiento de no haberlo hecho, así que estoy convencida de que he aprovechado.

Estoy orgullosa de lo que soy. Me gusta como soy. Me gustan estos años a medio camino entre “ara que tinc vint anys” y “fa vint anys que tinc vint anys”. Me gusta esperar, tal y como soy, el futuro. Un futuro que espero que no me cambie demasiado. Quiero seguir siendo así, seguir sintiendo así y seguir sintiéndome bien por ello.

martes, 8 de junio de 2010

¿Eres tú?

Había aprendido que correr bajo la lluvia no servía de nada, te mojas igual, así que ni siquiera aceleró el paso. Se limitó a seguir su camino. Lo malo de las tormentas de verano es que te pillan por sorpresa, medio desnudo y sin nada a lo que echar mano. Así se sentía en cualquier caso: medio desnuda y en mitad de su particular tormenta interior. Le pareció irónico que su estado de ánimo se apoderase ahora también del resto de su cuerpo. Se miró en la cristalera de un bar, como quien observa a un extraño. ¿Soy yo?

El pelo pegado a la cara, las gotas de lluvia recorriendo su rostro, el rimel corrido, la camiseta y los pantalones empapados. ¿Esa soy yo? Se acercó un poco más y reconoció su rostro en el cristal. Esos ojos no podían ser de otra. Sí, soy yo. Y sonrió. Le hizo gracia. Se hizo gracia. Y siguió parada.

A su alrededor todos corrían, pero ella estaba inmóvil. Permanecía quieta, en mitad de la plaza, frente a la cristalera, empapándose con las gotas que caían cada vez con más fuerza. Como si todo pudiera seguir el ritmo frenético que marcaba la lluvia salvo ella. Ella que, en su interior, también seguía parada mientras todo lo demás giraba.

Volvió a mirarse y volvió a sonreír. "Parezco una loca" y soltó una carcajada.

"Sí, la primera vez que te vi también pensé que estabas loca, pero te he seguido buscando en todos los vagones".

De pronto, a través del cristal, reconoció un rostro. También mojado. También inmóvil. También sonriente.

"¿Eres tú? Yo también te he estado buscando en todos los vagones de metro"

Y allí siguieron, inmóviles, bajo la lluvia. Uno al lado del otro.

lunes, 7 de junio de 2010

Cuando la magia está cerca: Sánchez, Ortiz y Ferrer

Vivir rodeado de arte a veces es bueno y otras no. Digo que no, porque como con todo, cuanto más te metes en este mundo, menos te impresionan ciertas cosas. Te vuelves más exigente y que las cosas te cojan por dentro es más difícil, aunque la semana pasada fue sorprendentemente “sobrecojedora”.

Empezó cuando vi una foto de mi amigo-hermano Javi. Me gusta mucho lo que hace y gracias a él he aprendido mucho y sigo aprendiendo. Me gusta que me critique y es de las pocas personas a las que acepto críticas sin rechistar. Como para no aceptárselas ... es más un lujo que una crítica que alguien con ese nivel opine sobre tus fotos de principiante. Para mi Javi es un poeta de la imagen ... Pues Javi colgó una foto que me cogió por dentro: unas vías de tren que se perdían en un túnel junto a una frase: “Entrar o no sólo depende de ti, vivir la felicidad o sumergirse en la mediocridad es tu decisión, no tu condena”. Sin palabras. Javi tiene ese poder sobre mi con algunas de sus fotos (la mayoría, aunque no todas). Sus fotos me gustan no porque sean buenas técnicamente sino por lo que me dicen. Me cuentan una historia que quizá no sea la que él tiene en mente ... pero es lo bueno de la subjetividad. Quizá Javi y yo tengamos formas muy parecidas de ver la vida y por tanto, de leer las historias que nos cuentan las cosas y las personas en ese instante mágico que recoge una foto.

Primer toque al corazón en lunes, que suelen ser días planos. Primera sonrisa en el corazón. Primera sorpresa agradable.

El martes Guille Ortiz iniciaba el ciclo Fuera de Contexto, un experimento extraño, no tanto tratándose de Guille, de música y poesía. Para ser sinceros, no me llamaba mucho, básicamente porque la poesía no me dice demasiado, no me toca, pero ya le había dicho a Guille que iría y con la ilusión que estaba poniendo, quería darle una oportunidad. Guille es de esas personas que desde el principio te inspiran confianza. Es un tipo con el que se puede hablar de cualquier cosa. Que le pone corazón (muy grande, porque tiene un corazón enorme) a todo lo que hace y que encima, lo que hace, lo hace bien. No sé porqué me sorprendí cuando lo escuché. Me quedé embobada escuchando su prosa poética, que no son más que historias bien contadas. Me gustó verle, porque últimamente no coincidimos demasiado y sobre todo, descubrirle en esta faceta suya tan desconocida para mi.

Segundo toque certero al corazón. Segunda sonrisa. Segunda sorpresa agradable.

La tercera sorpresa que me deparaba la semana no lo era tanto, ya que sabía desde hacía tiempo lo que iba a suceder. Sabía que iba a escuchar música en estado puro, tal y como yo la entiendo. Música tocada con el corazón, música que te hace sentir, porque quien la interpreta la siente. Viernes: concierto de mi amigo Antonio Ferrer. Antoñito, es un amigo recuperado después de muchos años, o más bien, descubierto. Antonio y yo, puede decirse que nos hemos criado juntos, aunque nunca fuimos amigos en el sentido estricto de la palabra. Más bien conocidos. Hemos vivido siempre en el mismo barrio y teníamos amigos comunes, así que si nos encontrábamos por la calle, nos saludábamos, nos preguntábamos qué tal la vida y poco más. Pero hace un par de años, la relación empezó a estrecharse y recuperamos los años perdidos. Fue un apoyo cuando me vine a Madrid y sigue siéndolo. Antonio es GRANDE y me siento afortunada de poder considerarme su amiga. Lo quiero con locura. Quizá por eso no sea objetiva o quizá por eso lo sea más, porque si algo no me gusta, se lo digo claramente y sin tapujos. El concierto del viernes fue todo un lujo. Verlo disfrutar encima de un escenario es algo que no tiene precio y viéndolo disfrutar disfrutas tú. Ya no sólo porque cante bien, toque que te mueres y sus letras tengan fuerza. No es sólo por eso ... es que cuando alguien transmite ese buen rollo es inevitable admitir que ese alguien es bueno. Y Antonio lo es. Así sin más: eres bueno y no lo digo porque lo piense, si no por todo lo que escuché aquella noche.

Tercer pellizco al corazón. Tercera sonrisa. Tercera certeza (que no sorpresa) agradable.

Que se aglutinen tantas cosas buenas en una sola semana podría considerarse una conjunción de astros, algo extraño que sucede a la vez en raras ocasiones. Pero la semana pasada sucedió y yo me alegro de haber estado en el momento preciso y en el lugar adecuado.

lunes, 31 de mayo de 2010

Tan distintos

Tengo el disco, que me regaló mi amigo Pablo, hace ya varios meses en casa. He escuchado a Pablo cantar muchas veces y seguramente esta canción la habré oíd , pero no la habría escuchado o quizá no tenía sentido entonces.

Pablo es un maquinón haciendo letras y ésta, mira tú por dónde, ha caído hoy en mis manos.

TAN DISTINTOS (Pablo Ager).

Dime cuándo sobrevuelas mi tejado
por si acaso hay suerte y te dejas caer.
Yo ya cuento con que me pille a desmano.
tú cuéntame lo que ves, si algún dia estás aquí.

Y dime a cuánto sale el metro cuadrado
de tu piel sin contar tu corazón
que es lo único que quiero regalado
o prestao sin condición

Y todo es tan difícil,
que no quiero que me explote entre las manos.
Si me juego la vida por tu sonrisa
tengo mucho más que ganar que perder.

Y somos tan distintos
que ahora no hay nadie que sea más parecido.
No quiero recordar lo que ha ocurrido
y tener que volver.

Guárdate el instante en que nos conocimos,
ya veremos quién tenía la razón,
que no es fácil hacerle caso al instinto
sin perder la condición del que acaba de nacer

Y por si vienes a horas intempestivas
yo paso los días sin ná que hacer
Y siempre dejo las luces encendidas
para poderte ver.

viernes, 28 de mayo de 2010

Fuera de lugar



Suena el teléfono y ahí está, tu “llamada diaria de revisión“. Como un reloj, a las siete y cuarto, minuto arriba minuto abajo.

Cómo cambian las tornas o más bien, cómo cambiamos nosotros. Hace años habría deseado esta llamada diaria que desde hace una semana haces. Ahora es sólo un juego entre viejos amantes y grandes amigos. Sabes que no hace falta que llames, que si te necesito te llamaré yo. Pero también sabes que me hace bien tu llamada, como me hizo bien perderme en tu abrazo aquella noche, cuando lo necesitaba.

Saber que estás es hasta divertido. Escucharte al otro lado del teléfono preguntar “qué rubia, mejor?” cuando conoces la respuesta. Me conoces, sabes cómo funciono. Que si me caigo me levanto y si me tiran me repongo. Igual que tú, aunque con lo grande que eres a ti te cueste más.

Me gusta sentarme en el sofá frente a ti (se me ve aún más pequeña a tu lado) y tratar de arreglar el mundo. Tu mundo o el mío, el que se haya estropeado en ese momento. “Ey, rubia, ya hemos pasado por esto antes, no?” me dices. Y sonrío, porque llevas toda la razón. La rubia lo sabe, pero a la rubia, igual que a ti, tampoco le gusta perder …

Vamos a la cocina “¿Otra cerveza?”. “¡Venga!”. Ahora te toca a ti contarme tu última conquista. “Yo flipo contigo … tío, eres un cabrón” … y me río yo ahora. Y te ríes conmigo. Vuelta al sofá. “¿y qué vas a hacer con ella? No seas un cabronazo … no se lo merece, no la putees” Más risas, porque los dos sabemos que no me vas a hacer ni puto caso. No sabes estar solo y cualquiera te sirve.

Me gusta esto que hemos creado con los años. Quién nos lo iba a decir … sin darnos cuenta, nos hemos convertido en tablas de salvación. Tablas a las que agarrarnos para mantener el equilibrio cuando lo perdemos. Me pregunto qué pensarán viéndolo desde fuera, pero la verdad, poco me importa. Hace ya tiempo que aprendimos a barrer los cristales rotos y a quedarnos con lo salvable … y hemos comprado cosas nuevas! Tiramos los rencores y los futuros juntos. El tiempo nos colocó donde debíamos estar. Grandes amigos, sin querer nada más, porque no puedo verte ahora de otra manera y me cuesta hasta pensar que hace años hubiera querido algo … no habría funcionado! Pero eso lo sabemos ahora. Antes no.

Suena de fondo Revolver, Fuera de Lugar. Pero no, no estamos fuera de lugar ahora mismo. Quizá desearíamos estar en otro lugar, en otra compañía, pero … no está tan mal este lugar, esta compañía.

Apuras mi cerveza. Hace ya un rato que estoy dormida. Me arropas y te vas a tu cuarto. Lo has conseguido, has matado mi insomnio, al menos por esta noche. Sé que sonríes, yo también lo haría.

Gracias Big, por estar.

lunes, 24 de mayo de 2010

Desnuda y con tacones

Trato de rellenar mis horas con algo. Con amigos, con conciertos, saliendo a disfrutar del sol, de mi nuevo entretenimiento. Pero a la vuelta de la esquina te apareces. Me surge el impulso de llamarte y contarte que he conseguido trepar sin caerme, que he mantenido el equilibrio, que he cambiado el peso de mi cuerpo en el momento justo, que me he armado de paciencia y no he tratado de hacer las cosas del tirón. De contarte que he leído algo que me ha recordado a ti. Que he escuchado algo nuevo que seguramente te gustaría. Siento nostalgia de esa cotidianidad que creamos. De esas llamadas diarias, de esas charlas a través de la pantalla, de esas conversaciones en el coche escuchando el intermitente de llegada a casa. Esa cotidianidad que se crea en la distancia. Esa cotidianidad que nunca tuvimos a diario. Pero despertar cada mañana sin sentirnos es demasiado complicado.

Tengo que llenar los vacíos que antes llenabas tú. A mis días ahora le sobran horas.
Echo de menos que me preguntes mi opinión sobre muchas cosas. Echo de menos preguntarte la tuya. ¿Sabes? Es lo que más echo de menos. Contarte. Leerte. Reírte. ¿Te lo puedes creer? Es lo que más me duele. No contar con tu opinión cuando la necesito o que no me la pidas cuando la necesitas. Gracias a eso aprendí a limpiar un poco y tú a entender que esta era mi manera de escribir. Que yo soy así y al final hasta te gustó.

Ahora necesito conseguir que lo cotidiano sea no llamarte, no sentirte, no preguntarte. Que los días vuelvan a tener veinticuatro horas y no sesenta como tienen ahora. Que el tiempo pase y vuelva su ritmo.

Quiero seguir sentada en aquella escalera buscando destinos. Pero nada es infinito.

sábado, 22 de mayo de 2010

Pista de frenado

Todos necesitamos una pista de frenado en nuestra vida. Un lugar, una época o una combinación de ambos, en la que no plantearnos absolutamente nada después de bajar una cuesta pronunciada, sin frenos y durante demasiado tiempo.
Las mentes, al igual que los cuerpos, necesitan reposo para continuar el camino. Un lugar en el que frenar, recuperarse, ordenarlo todo, mirar hacia delante pero sin pensar demasiado. Organizar la vida después de la bajada. Recuperar la vida. Mirarla desde fuera, para ver qué ha fallado, reparar heridas o simplemente respirar para recuperar el aliento.

Para mi Madrid se convirtió en esa pista de frenado. En ese lugar en el que reencontrarme con mi vida, con las partes que había perdido de ella, con las partes que quería cambiar. Ese lugar en el que pensar qué quería hacer. Ahora ya no la veo como ese monstruo que me devoró hace años, sino como una gran amiga que me ha sabido acoger y calmarme. Que ha mantenido conversaciones conmigo que me han hecho llegar a ciertas conclusiones.

Al principio pensé en quedarme en esta pista de frenado. La sensación de la frenada me vino bien, porque la necesitaba tanto... Me sentía entre algodones, arropada, cuidada ... pero ya no me siento así. No puedo acabar parándome del todo. No quiero acabar parándome del todo .

Creo que han sido ciertos acontecimientos los que me han llevado a pensar que ya es hora de plantearme ciertas cosas. La vida no es tan larga como pensamos y a veces incluso es demasiado corta. Siempre creemos que tendremos tiempo en un futuro, aunque la verdad es que nunca sabemos cual será ese instante en el que el futuro termine ... y puede que no tengamos suficiente tiempo para todas las cosas pospuestas.

Con la calma ha vuelto la percepción de la realidad. Después de observarla, sigo sin comprender mi vida. No me encaja o no encajo yo en ella. Puede que después de este tiempo de bajada sin frenos, la fuerza me haya cambiado a mi. Supongo que en parte es eso. Yo he cambiado y estas ropas ya no me quedan del todo bien. También ha cambiado mi entorno. No sé, siento que hay demasiadas cosas que no encajan. Aunque tampoco sé por dónde empezar, qué cambiar o mejor dicho, cómo cambiarlo.

Podría plantearme una huida a ningún lugar. Pero no, no es lo que necesito. Lo sé. No necesito huir porque no hay nada de lo que deba hacerlo.

Sólo siento que después de esta frenada, el puzle se ha ido completando, pero me faltan muchas más piezas de las que pensaba. He tirado muchas por el camino, lo sé, pero no eran las que formaban el dibujo ... Sé que me falta rellenar el puzle, pero tengo la sensación de no saber cómo hacerlo, de no saber dónde buscar las piezas ... de no saber montarlo.

Por el momento voy frenando y recuperando el ritmo, pero para tomar impulso.

viernes, 21 de mayo de 2010

Rebobinar

¿Cómo se vuelve atrás? Ya sé que es imposible, pero ¿quién no ha querido volver atrás más de una vez?. Y no se puede. No hay botón de rebobinado en la cinta de la vida. Las cosas que han pasado, pasadas están, con sus consecuencias. Con lo ganado y lo perdido. Con lo aprendido y lo que no hubiéramos querido aprender. Con lo sentido. Ahí está todo, formando parte de la vida, formando parte del pasado, condicionando si acaso el futuro, pero … ahí está.

Aunque, ¿quién no querría volver a ese punto de no retorno y no tomar la dirección tomada? Que todo quede como estaba al principio y que continúe así.

Pero no, no se puede. Tampoco puede considerarse algo como un paréntesis y que se retome la frase inicial como si el paréntesis no existiera. Eso tampoco. A lo largo del paréntesis las cosas han cambiado, para bien o para mal. Cambian las relaciones, las formas de interactuar. Se conforman cariños, odios, complicidades, rencillas … nada vuelve a ser lo mismo.

A toro pasado todo es tan fácil de decir, que hasta parece sencillo, pero no lo es. Porque hay más peso en las mochilas, porque las cosas no son como eran, porque no volverán a serlo.

Lo piensas bien y esos pequeños momentos de felicidad no compensan. No compensan para nada lo que pierdes. Porque por mucho que nos engañemos, ya nada es lo que era. Quieres volver a ese punto de inicio, a sentirte como entonces. Quieres mantener esa relación inicial, sin más carga emocional que la básica. Sin presión en el pecho, sin dolor, sin la impotencia de pensar que todo ha ocurrido por soñar quizá.

Me gustaría volver a llamarte por tu apodo sin que al hacerlo el mío se sintiera huérfano. Sé que el tiempo, al final, será el que rebobine hacia ese momento.

jueves, 20 de mayo de 2010

Los príncipes de Serendip

Hacía ya años que se conocían, pero no lo recordaban. Un breve instante, un vago recuerdo. Ella recordaba algo que él había dicho, sólo eso, nada más. No lo recordaba a él, aunque sí recordaba la historia. Durante todos esos años se había preguntado qué habría sido de él cada vez que pensaba en aquella frase que había hecho ya suya.

Cuando lo vio no lo reconoció. Nunca lo habría hecho. Él no tenía rostro, ni nombre, ni olor … sólo tenía una frase. Ninguno de los dos reconoció al otro. Tantos años, tantos rostros, tantas guerrillas … Él fue quien la recordó. Como un flash, una imagen olvidada de años atrás se fijó en sus retinas y lo supo. Supo que se conocían, que sus vidas se habían cruzado sólo un instante en un pasado no tan lejano. Un instante insignificante en una vida, un instante que pudo haber pasado sin pena ni gloria, pero que por alguna extraña razón ambos recordaban, aunque ella aún no lo sabía.

Él ya sabía quien era ella, ahora sólo tenía que decírselo. Entonces dijo aquella frase y todo encajó. Como el zapato de cenicienta, aquella frase por fin tenía un rostro reconocible.

Ella recordaba su expresión “amores de guerrilla” como algo que le llamó la atención, algo que le había gustado. Había pensado en esa frase muchas veces. No encontraba nada más acertado que aquella expresión, de alguien a quien no recordaba, para referirse a parte de su vida. Amores de guerrilla, bonita forma para llamar a algo no tan bonito, cuando ya estás cansado de ser un guerrillero ¿no?

Cada etapa de la vida tiene sus momentos y, aunque hubo un tiempo de guerrillas, ya se había cansado. Estaba harta de luchar en guerras que no eran las suyas, de ser una mercenaria, de no ganar nada (y tampoco perder) porque se retiraba antes de que la guerra terminase.

Si tenía que luchar en alguna guerra, entonces, que fuera la suya. Empezarla y conocer el motivo por el que la empezaba, conocer al enemigo y luchar. Luchar quién sabe hasta cuando.

Ambos habían cambiado. En aquellos años y también en los anteriores, la vida, el destino, la suerte, les había llevado por los mismos caminos, pero en distintos momentos. Curiosas coincidencias. Mismas ciudades, mismos países, distintas épocas. Como una persecución en la que siempre estás a punto de alcanzar el objetivo aunque sólo ves su espalda al alejarse corriendo. La vida da muchas vueltas y muchas veces para llegar a un lugar el camino más largo es el que realmente nos lleva a él.

Se preguntaba, incrédula, de qué forma la vida había girado de aquella manera para que ésta vez sí se encontraran, para que ésta vez coincidieran en espacio y tiempo. No salía de su asombro. Pero ahí estaban, en el curso de la persecución, cuando por fin volvieron a encontrarse. Sólo un instante, un momento, un suspiro. Después, de nuevo, una sombra que se aleja al doblar una esquina, dejando sólo su espíritu flotando en el aire. Una sombra a la que sigue sin atrapar.



lunes, 10 de mayo de 2010

Amar la trama más que el desenlace

Se llama ser feliz.
Y da igual ganar o no.
Da exactamente lo mismo.

(Vaivencida, 25/04/10)

miércoles, 5 de mayo de 2010

Así de rara ...

Recuerdo fechas de cumpleaños que no me interesan o no sé de quien son y olvido las importantes.

No soy capaz de felicitar a nadie ese día, y ya todos saben que no deben enfadarse si los felicito un mes antes o después. El hecho es que recuerdo felicitarlos, aunque no toque.

De las conversaciones importantes no recuerdo casi nada de lo que realmente me interesaría y querría recordar, pero recuerdo con nitidez lo que estaba viendo en ese momento, la postura de mi cuerpo o la forma en la que se movían las manos de mi interlocutor.

Puedo pasarme horas al teléfono o, por el contrario, no contestar ninguna llamada porque no me apetece hablar.

Tengo mil cosas en la cabeza, aunque rara vez alguna sale adelante, pero por si acaso, el resto ya las tengo pensadas.

Hablo con mi madre todos los días porque necesito escuchar la expresión de su sonrisa al descolgar.

No tengo raices en ninguna parte y las llevo en una maceta, porque así mis raices vienen donde yo voy.

No me siento de ningún lugar y estoy a gusto en casi cualquier parte, pero he descubierto que necesito ver el mar cada tres meses o me ahogo.

Prefiero una noche a la intemperie contemplando las estrellas a una cena en un restaurante de lujo.

Me gusta el olor de las sábanas limpias y planchadas, pero prefiero deshacer la cama y arrugar las sábanas.

Tengo una hucha cargada de besos que recolecto, para cuando los necesito y no tengo cerca a quien me los da.

Me gusta olisquear y guardar en el alma los olores de las personas a las que quiero, para poder recordarlos cuando no están a mi lado.

Odio la mentira de alguien cercano, pero no me importa que me mientan quienes no me interesan.

Odio el despertador a las seis de la mañana pero me encanta despertarme a las cinco y ver que sigues ahí.

miércoles, 28 de abril de 2010

No te cuides

Desde el lunes tengo una sensación extraña que me sigue donde quiera que voy. Es como si me faltara el aire. Sólo a veces, no me sucede todo el tiempo, pero de repente siento necesidad de gritar y no puedo, porque me oprime algo en el pecho. Me despierto sobresaltada, sin saber por qué, aunque en realidad sí que lo sé.

No me hago a la idea de que ya no voy a volver a verte, de que no volverás a aparecer por casa sin llamar a la puerta. De que no vas a volver a pegarme un achuchón mientras te huelo y me dices que soy la única que te olisquea así y yo te contesto que tú eres el único que huele así ... Ya no pasará más, porque ya no estás.

Me queda el consuelo de que siempre has sabido cuanto te quiero y que yo también lo he sabido siempre. Que a pesar de que no era demasiado diplomático decirlo, siempre dijiste que Juanca y yo éramos tus favoritos y tú siempre supiste que tú eras el nuestro ...

Tito Moncho, no te cuides, sabes que yo tampoco voy a hacerlo ... Te quiero.

sábado, 10 de abril de 2010

No soy más que lo que ves ...

A veces nos reconocemos en anuncios, canciones, películas ... acabo de encontrarme en esta de Ismael Serrano.

BALANCE

Hago balance
y repaso viejas fotos.
Ya no soy aquel muchacho
con relámpagos en los ojos.

Conservo miedos
por los que aún debo cantar.
Aún siento el vértigo helado
al echar la vista atrás.

Aún me emocionan
viejas luchas,
el “No pasarán”.
Me duele América.
Amo viajar.
Sueño y milito
en tu risa,
en la amistad.
Leo tebeos.
Odio madrugar

Aún creo en la utopía
y no soy el mejor hombre.
Reconozco que me cansa
dar siempre explicaciones

Quiero que sepas
que, aunque arrastro mis fracasos,
si quieres contar conmigo,
aún guardo fuego en mis manos.

He aprendido
a hacer maletas
y a comer solo.
A reparar espejos rotos.
Sé del tesoro
de las cosas más pequeñas,
no siempre sé
lo que tiene urgencia.

Hago balance.
Queda todo por hacer.
Si tú quieres te acompaño.
No soy más que lo ves.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Tiempo

Resulta que las conversaciones, trascendentes en su momento o no, te llevan a pensar en ciertas cosas. Puede que yo sea de pensar mucho, quién sabe. Bueno, sí que lo sé, soy de pensar mucho, pero no en el sentido de comerme la cabeza, si no más bien en el sentido de analizar las cosas, darles vueltas, buscar los por qués. Básicamente, replantearme un razonamiento que creía inalterable. Pienso que así es como se evoluciona, cambiando de parecer, pero con una base, por supuesto. Sea bueno o malo, tenemos que tener un motivo para cambiar, lo suficientemente fuerte para que realmente lo que creíamos inalterable no lo sea tanto.

Hablemos de amor. De lo que pensamos que es el amor, de lo que nos enamora. Volvamos a la Dulce Carola, a eso de:
“- ¿Creen ustedes en los amores a primera vista?
. ¿Acaso existen otros?”

Siempre he pensado que los amores a primera vista, los flechazos, eran lo único válido en ese terreno. Eso de “me enamoré con el tiempo” a mi no me servía, pero mira tú por donde si lo piensas ...
Sí, vale, esos flechazos por supuesto que son inolvidables. Son bonitos, los recuerdas eternamente ¿pero realmente son amor? Imposible! Es atracción, es instinto animal, pero no, no es amor.
No te enamoras de un cuerpo, de una cara, de una sonrisa, de unos ojos ... No, te enamoras de una persona y una persona es mucho más que eso. Y la verdad, conocer a alguien es lo que realmente te enamora de esa persona o por el contrario te lleva al desamor.

¿Cuántas veces hemos pensado estar locamente enamorados de alguien y de la noche a la mañana ese amor eterno ha desaparecido igual que llegó? Pues yo unas cuantas y ¿Por qué? Pues porque venían de un flechazo. Porque en el momento en el que realmente conoces a esa persona de la que crees estar enamorado (y hablo de conocer un poquito, porque conocer a fondo no nos conocemos ni nosotros mismos) te das cuenta de que ni es oro todo lo que reluce, ni el príncipe azul es tan azul, ni las cosas son como pensabas. Porque a poco que rasquemos en cualquiera, todo el mundo tiene “sus cosas” y nosotros los primeros, por supuesto. La imperfección es lo que nos hace humanos, gracias a dios. Y son esas pequeñas o grandes imperfecciones las que convierten el flechazo en una tormenta de mil pares de narices, que te hacen acabar pensando ¿y cómo me enamoré yo de éste? Pues claro y conciso: no era amor.

Y sí, hoy, después de esa conversación he pensado que, como los buenos platos, toda relación necesita su cocción. Y no hablo sólo de relaciones de pareja. Todas las relaciones interpersonales las necesitan. Porque no es fácil conocer a los demás y para ello necesitamos tiempo. Tiempo en el que nos ganamos la confianza del otro, tiempo en el que compartir, tiempo en el que hacer confidencias, tiempo en el que reír juntos, de llorar juntos ... Considero amigos (no hablo de conocidos, sino de esos pocos amigos que puedes contar con una mano) sólo a aquellos con los que he pasado seguramente mis mejores y mis peores momentos (y los suyos), esos que te conocen y saben lo que necesitas, lo que callas, los que te miran y saben lo que piensas, los que te quieren conociendo sobre todo tu peor lado y eso no se consigue de un día para otro. Son años de convivencia los que hacen que un amigo, como el buen vino, se convierta un gran amigo.

Y trasladando todo esto a relaciones, ahora sí, de pareja, hoy le he dado una vuelta a mi planteamiento inicial, de cuento de hadas, de películas ñoñas y de bandas sonoras y he descubierto (y por supuesto me he convencido de ello, porque lo he visto claro) que el secreto está ahí, en conocerse poco a poco, saboreando cada momento, pero sin prisas, sin intención de llegar a ningún sitio.

Necesitaríamos siglos para conocer a alguien en profundidad y la vida es muy corta, pero quizá, el secreto del amor resida en eso, en conocerse cada día un poco más como amigos, porque es el terreno que cuesta, el resto viene rodado ya que como todo juego de equipo, mejora cuanto mejor se conozcan los integrantes.

martes, 30 de marzo de 2010

Sin ninguna pretensión pero con todas



Puede parecer una contradicción, pero no, no lo es. Se puede ir sin ninguna pretensión pero con todas. Querer algo, pero no mostrar que lo queremos. Esperarlo sin más.No pedirlo. No exigirlo. Sólo esperarlo...

viernes, 26 de marzo de 2010

El derecho de una mujer a elegir su calzado

Sólo hay que ver el video. Opino igual.



La verdad, no soy materialista, pero qué pasa? que los solteros por el hecho de no encontrar a alguien, no creer en el matrimonio o no querer tener hijos, ¿no tenemos derecho a recibir nada?

Sé que la solución no pasa por ser un ermitaño y no ir a ninguna boda, bautizo, cumpleaños, etc... pero ¿acaso no nos merecemos algo por convivir 24 horas con nosotros mismos sin compartir esa cruz con nadie?

La solución va a ser esta ... jajaja!

sábado, 20 de marzo de 2010

Sin miedo a volar cuando aconsejan tener los pies a ras de suelo





A veces es difícil echar volar cuando todo lo que te rodea te aconseja mantenerte con los pies en tierra. Es complicado. Escuchar consejos, escucharte a ti mismo en una continua negación. Complicado echarle valor, complicado emprender el vuelo, complicado incluso hacerse con unas alas.

El miedo te paraliza, aunque en realidad lo que quieres hacer es volar y alejarte todo lo posible del suelo. Será ese instinto de supervivencia, ese lado racional que todos, en mayor o menor medida tenemos, el que nos indica que no es bueno emprender el vuelo, que es mejor no arriesgar, que es mejor quedarse como estás. ¿Pero quién dijo miedo? Volamos gracias a que muchos lo intentaron y muchos cayeron. Lo difícil es ser uno de esos valientes que se calzan sus alas y empiezan a batirlas sin saber si después de subir un par de metros caerán o seguirán volando. Esa incertidumbre es la que nos hace, quizá, mantenernos con los pies en la tierra. Pero también es esa incertidumbre la que impulsa a los valientes a volar. La posibilidad de que algo pueda salir bien cuando el porcentaje de acierto es mínimo, pero existe. La esperanza en esa existencia es lo que impulsa a avanzar. Si no lo intentas no conoces qué posibilidades tienes tú y no una absurda estadística. Ahí está el principio de incertidumbre, ese de que todo observador, por el mero hecho de observar ya influye en el experimento ... ¿Quién nos puede asegurar que ese porcentaje no será mayor si somos nosotros los que lo intentamos?

Lo complicado, lo realmente difícil, es saber si uno está en el bando de los valientes o de los cobardes. A todos, por supuesto, nos gustaría estar en el lado de los valientes, pero no es un lado cómodo. Si el vuelo sale bien, entonces perfecto. El valiente además es un héroe. Pero si el vuelo sale mal ... el valiente además del golpe por la caída recibe miles de críticas, esos “ya te lo advertí” que todos hemos escuchado alguna vez.

Ahora, que todo aconseja mantener los pies a ras de suelo a mi me apetece volar, aunque no tengo claro si caeré, pero posiblemente, quedándome en tierra también haya caído. ¿Por qué no arriesgar? ¿Por miedo a perder? ¿A perder qué? ¿Lo que seguro que no conseguirás si sigues quieta?
Somos raros ...

Hace unos cuantos años, cuando todo aconsejaba no volar y quedarse en tierra yo me calcé mis alas y volé. Volé lo más alto que pude y, aún sin saber el resultado, mi antiguo jefe (al que desde aquél día cogí cariño) me mandó una postal en la que me decía: “el mundo es de los valientes y tú acabas de convertirte en uno de ellos, no lo olvides, pase lo que pase”.

En este momento me gustaría continuar en ese bando de los valientes, aunque en todo caso, mis alas de momento no son sólo mías.

lunes, 8 de marzo de 2010

El absurdo Día de la Mujer Trabajadora



Soy mujer y trabajo, pero me parece absurdo que haya un día de la mujer trabajadora. Puedo entender que en cierto momento tuviera su sentido, pero ahora no. No se lo encuentro.

Esta mañana se me han avalanzado como lobas en el trabajo cuando lo he dicho ... que si es un día para reivindicar derechos, que si es un día para gritar que aún no somos iguales, que si esto, que si aquello... creo que no me explico o no me entienden.

Si queremos ser iguales hay que ser IGUALES. O instauramos el día del hombre trabajador (cosa que a algunas les parecería una locura) o quitamos el nuestro. ¿Un día para reivindicar nuestros derechos? ¿Sólo uno? No, señoras, no necesitamos un día concreto para reivindicarlos, lo que necesitamos son 365 días al año (o 366 si es bisiesto) para hacerlo y no acordarnos sólo el 8 de marzo de que tenemos derechos que no se cumplen, de que en muchas ocasiones por realizar el mismo trabajo se nos paga menos, que muchas empresas elijen a hombres a la hora de contratar personal aún estando peor preparados ...

El día de la mujer trabajadora debería ser todos los días si ello implica esa reivindicación de derechos. Pero para jugar en igualdad de condiciones es necesario que cambien muchas cosas ... muchas leyes. Yo misma, si fuera empresaria, seguramente no contrataría a una mujer en edad de procrear ... tengo amigas que se han pasado casi 3 años de baja entre maternidad y maternidad ... Entiendo que cojan a un hombre ... Las leyes y las ayudas de los gobiernos son los que realmente deben ayudarnos a alcanzar esa igualdad que pedimos, no haciendo más cara la contratación de una mujer frente a un hombre. No poniéndonos en desventaja. Una desventaja que ni el mejor currículum fuera capaz de salvar.

Las leyes y nosotras mismas. Si queremos igualdad empecemos siendo iguales y no tengamos un día ...

A mi esta mañana cuando los de los sindicatos me han venido con la florecita me han entrado ganas de metérsela por el culo ... que se gasten ese dinero en cosas más importantes y menos frívolas ...

Soy mujer y pienso así. Seguro que muchas se cagarán en mi si leen esto ...

domingo, 7 de marzo de 2010

Te llegará, aunque no sepa donde mandártela



Este último año han pasado muchas cosas. Buenas, malas, regulares o simplemente, cosas que han pasado:

Keko e Isa tuvieron a Aitana. Ya la habrás visto. Preciosa. Es una mezcla de los dos, pero me parece que nos va a salir guerrera, como su padre … eso te encanta, ¿verdad?

La madre de Jose y Maria del Mar murió en octubre, aunque ya lo sabes … fue duro, pero también lo mejor.

Al final quedé con Marian. Dos días antes de volverme a mudar, pero quedamos y cómo no, nos reímos acordándonos de aquellos “veranos malacatones” todos juntos, todos a una, hasta desayunar, por lo menos!

Juan Carlos ha montado un grupillo con Jose y otros amigos y la verdad es que suenan bien, eh? ¿los has oído? Y eso que no ensayan todo lo que quisieran por el curro, los niños … qué te voy a contar.

En Bombalurina están montando Mamma Mia … ¡ya era hora! Y seguro que con dedicatoria especial, no lo dudes …

Moni sigue pendiente de su traslado. Está un poco harta ya, pero bueno … a ver si la cosa mejora un poco y vuelven a abrirse las solicitudes, que ya le toca. Después de tantos años hemos vuelto a retomar el contacto que habíamos perdido por culpa de la falta de tiempo … algo hemos aprendido …

Yo, por mi parte, bueno, ya sabes, he vuelto a Madrid. ¿quién lo iba a decir? Pues aquí estoy y encantada. Antonio y yo somos vecinos. Sí, sí, vecinos de nuevo. No, si es que no nos separamos ni patrás. Al final, bueno, no salió como debía o a lo mejor debía ser como salió … a veces es mejor dejar las cosas como estaban.

Ya sabes lo de Antonio, ¿no? El tío está que se sale! Poco a poco, porque qué te voy yo a contar de este mundillo, pero ya lleva dos conciertos y tiene otro para junio. La verdad, me gusta lo que hace. En el último concierto vinieron Raul, Maria del Mar, Napo y el Carpa a verlo ... la verdad es que lo pasamos muy bien viéndolo encima del escenario, aunque se te echó de menos, pero todos sabíamos que estabas.

Napo se fue un mes entero a Shangai ... el amor es lo que tiene. Parece que la cosa con Nuria va en serio, aunque tanta distancia ... no sé, ya se verá, pero el niño se nos ha enamorao de verdad! ¿te lo puedes creer?

Juanito, con las suyas de siempre. Tiene a quien parecerse … ha salido Arrarás a muerte … no puede negar que sea hijo tuyo. Cada día hace una trastada nueva, pero no podemos evitar reírnos a escondidas … Supongo que ha salido así de “mamón” para ayudar un poco a superar la tristeza.

Paloma … qué te voy a decir yo de la niña de tus ojos. Que es un pedazo de pan y que a veces asume tu papel … tan pequeña y tan responsable. Tiene esa mirada tuya. Esa sincera. Un día me la voy a comer.

Vicky lo lleva lo mejor que puede. Supongo que en cierto modo estás ahí dándole fuerzas. Bueno, no lo supongo, lo sé. Hay veces que hablo con ella y no soy capaz de evitar el nudo en la garganta y ella lo hace … es fuerte, aunque a veces se venga bajo … te juro que tratamos de ayudarla, aunque hay veces que no sepamos cómo hacerlo, porque para esto no hay un manual …

Pero aquí seguimos, casi un año después. Igual en muchas cosas y en otras no. Con días buenos y días malos.
Pero no creo que ningún día hayamos dejado de sentirte.

¿Sabes? Se está acercando el día, pero no lo asumo. Me parece tan increíble que sigo sin creerlo. Creo que nunca llegaré a creérmelo del todo y puede que no lo crea porque hay tanto de ti en todo lo que te rodeaba que seguirás estando mientras nosotros estemos.

lunes, 1 de marzo de 2010

A primera vista (del Blog del Ojo del Tigre)

Desde la primera vez que leí esta entrada en el blog del Tigre me quedé "enamorada". He tenido, pocas, pero alguna vez, esa sensación de conocer a alguien y sentir que ya nos conocíamos de antes y me gusta pensar que lo que el Tigre cuenta podría ser cierto ... Ahí la dejo, para deleite de quien la lea ... Tigre, eres grande!

A PRIMERA VISTA
Hay veces en la vida que conoces a una persona y ésta te resulta tan familiar, tan frecuente, tan conocida, que hasta puedes sentir afecto de inmediato, a primera vista, pero por mucho que lo intentas no puedes recordar dónde le conociste... si es que realmente le has conocido antes. No hay paisaje, ni calle, ni autobús, ni casa, ni lugar público que encaje, no hay telón de fondo asociado a esa persona. A veces la casualidad nos lleva por los caminos mas insospechados e incluso a veces nos conduce a eso a lo que llaman destino.

Ambos están convencidos de que los ha unido un sentimiento repentino. Es hermosa esa seguridad, pero la inseguridad es más hermosa. Imaginan que como antes no se conocían no había sucedido nada entre ellos. Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos en los que hace tiempo podrían haberse cruzado? Me gustaría preguntarles si no recuerdan-quizá un encuentro frente a frente alguna vez en una puerta giratoria, o algún "lo siento" o el sonido de "se ha equivocado" en el teléfono-,pero conozco su respuesta. No recuerdan. Se sorprenderían de saber que ya hace mucho tiempo que la casualidad juega con ellos, una casualidad no del todo preparada para convertirse en su destino, que los acercaba y alejaba, que se interponía en su camino y que conteniendo la risa se apartaba a un lado.

Hubo signos, señales, pero qué hacer si no eran comprensibles.¿No habrá revoloteado una hoja de un hombro a otro hace tres añoso incluso el último martes? Hubo algo perdido y encontrado. Quién sabe si alguna pelota en los matorrales de la infancia. Hubo picaportes y timbres en los que un tacto se sobrepuso a otro tacto. Maletas, una junto a otra, en una consigna. Quizá una cierta noche el mismo sueño desaparecido inmediatamente después de despertar.

Todo principio no es mas que una continuación, y el libro de los acontecimientos se encuentra siempre abierto a la mitad.

martes, 23 de febrero de 2010

La lista de la compra (por Pedro J. Bueno)

No he podido resistirme a copiar integra esta entrada del blog que mi amigo Pedro tiene en facebook ... personas como él son necesarias en el día a día, porque ¿qué sería un día sin una carcajada? Pedro, sin tus comentarios diarios el día no sería lo que es!!! GRACIAS!!

LA LISTA DE LA COMPRA

La primera vez que visité el Supersol con mi mujer, me pareció el lugar más romántico del mundo. Lo tenía todo, bonitos paisajes (charcutería, pescaditos. . .) amplias avenidas graciosamente dispuestas, musiquilla romántica (me parece que era de Perales), y yo paseaba de su mano, sin perder de vista las ofertas 2x1 y todo eso.

-¿Te apetece un poquito de queso de ese que huele a sobaco, cariño? Me decía con la mirada cálida y los ojillos soñadores.

–¿Te cojo otra botellita de Marqués de Riscal, gordí? –añadía al rato- Ya sólo te quedan seis en casa.

Fueron unas semanas maravillosas. Cada compra semanal era una fiesta y un jolgorio y un ya te digo.

Al poco, mi contraria me dio la primera nota. ¡Que nerviosismo! ¡Qué emoción! Iba a hacer una compra yo solito. Como los hombres de verdad. Pues, una mierda para mí y otra para los hombres de verdad.

Me explicaré: Teniéndome por un individuo de recursos, decidí no limitarme a la mera literatura e improvisar cuando la falta de detalles en el pedido así me lo pareciera indicar.

Si en la nota ponía “champú para cabello graso” y ahí terminaba la información, yo tenía como unos trescientos champúes (o champuses) donde elegir, todos ellos “para cabellos grasos”. Y entonces optaba por uno con PH neutro y olor de guayaba o de almendra salvaje.

Si en la nota ponía “quitamanchas”, yo buscaba entre los más de seis mil diferentes en stock y cogía uno con un calvito de brazos cruzados que me caía super bien.

Y cuando esa santa que preside mi humilde hogar empezó a desgranar la lista de mis desdichas, se abrió la caja de Pandora y escaparon los truenos.

-¿Es que tú no sabes que a mí la guayaba me da cosa? –y después- ¿Y por qué no has traído quitamanchas de amoníaco, que es el que usa mi madre?

Y después seguía con el fuagrás, con los esnakis, con el papel higiénico, con el shopper...

-Pues yo pensé que... -no pude terminar.

Porque ella soltó la frase que ha marcado mi vida de forma indeleble e imperecedera.

-Cuando yo te dé la lista de la compra, ¡TU NO PIENSES!, ¡OBEDECE!

Y así lo hice. Y no sé que fue peor.

De las sesenta o setenta cosas de la siguiente lista, me parece que, como mucho, le llevé catorce o quince.

-¿Es que no había sopa Maji de calabacín?

-No. La que había era de Nor.

-¿Y por que no te la has traído de Nor?

Si hubiera podido pensar, seguro que me la habría traído de Nor, o de Avecrens. Pero aún resonaban en mi oído las crueles palabras ¡No pienses! ¡Obedece!

Con otras cosillas, el truco es infalible. Y la respuesta suele ser “Déjalo. Ya lo hago yo. ¡Que no valéis para nada!”

Pensé que con esta actitud decidida y varonil, había ganado una batalla en favor de la emancipación del varón y la liberación del género a la hora de ser involucrados en tareas viles y rastreras como la compra semanal.

Pues otra mierda para mí y otra para la emancipación del género.

Porque, de nuevo la astucia femenina se impuso.

Desde aquel aciago día, las listas de mis compras vienen cuajaditas de detalles.

-Fregasuelos Arrichaka, olor a pino mediterráneo, de la parte de Manilva lindando con San Roque, tarro blanco semi- opaco con etiqueta verde esperanza y ligeros tonos en pistacho clarito, tapón rojo fuerte con rosca para la derecha. Lo quiero en tamaño familiar, que viene a corresponder a unos 1000 c.c. según las normas de capacidad de la YUPAC, con sede en Lovaina (Suiza).

-Paté de pechuga de pato joven, marca Apish, a las finas hierbas, a saber: hinojo, romero, albahaca y perejil. La lata es cilíndrica en tonos ligeramente dorados y con leyenda en marrón y negro azabache. Tamaño estándar de trescientos treinta y seis gramos.

Creedme, ahora es un infierno. Me tiro leyendo tres horas para elegir cada producto, me vengo cargado como una burra, y encima, si no encuentro algo como estaba escrito, me aplica la Ley de vagos y maleantes del Franquismo, según Decreto ley 554/55 de Junio de 1958.

Gracias a Dios, el champú de melocotón del Atilano, no hay cojones de localizarlo. No hay en toda la tienda ni un bote de champú que lleve o el nombre o el dibujito. Y aunque ella insiste en apuntarlo día tras día, juro por mi honor que jamás, repito, JAMÁS, llevaré a casa el puto champú de melocotón del Atilano.

Mi Virgi lo intentó, angelito. Me dijo que no tenía más que irlos oliendo uno por uno. ¡Los diez mil!

¡Hasta ahí podíamos llegar! ¡Hombre hasta la muerte!

Vamos, digo yo.

¿Cruel? Puede que un poquito

Me encanta cuando sé algo que se supone que no debo saber. No me refiero a cualquier cosa, si no a algo que la persona en cuestión no quiere que sepas, que se supone que no sabes ... me encanta.

Como cuando alguien te dice que no te está poniendo los cuernos y con tus propios ojos le has visto comerse los morros con alguien. Vamos a ver si me explico, que no es que me guste que me pongan los cuernos, pero esa especie de poder que se tiene cuando se sabe algo que te niegan ... me gusta. Llámame rara.

Resulta que de un tiempo a esta parte, por temas de trabajo, hablo mucho con un tío. A fuerza de hablar hemos acabado hablando de todo un poco. De todo, menos de lo que se supone que yo no sé ... jajajajaja! Resulta, que mi interlocutor en cuestión está casado, pero yo "no lo sé" ... ay! alma de cántaro, que las noticias vuelan! y claro, yo lo sé porque me lo han contado ... pero claro, él no lo sabe.

Hasta aquí, bueno, sí, yo también podría haber preguntado, pero ... es que ¡me lanza los trastos! No, no me conoce, sólo hemos hablado por teléfono, pero él me lanza los trastos (que es algo que no llego a entender). Y no, no es subjetividad, es objetividad como una casa ... me los lanza y a dar además!

Y yo me callo y me rio internamente ... porque sí, porque somos, en el fondo (y tal vez no tan en el fondo) malos ante la mentira. Y lo dejo que me dore la píldora, y le rio las gracias ... hasta que un día, de verdad, de verdad de la buena, me ría y le pregunte por su mujer ... jajajajaja!

Lo reconozco, a veces puedo llegar a ser cruel, pero quien esté libre de pecado ...

sábado, 20 de febrero de 2010

Impaciente

El otro día me mandaron un mail de estos en cadena, en el que había que contestar una serie de preguntas sobre ti mismo. Una de ellas era ¿cuál crees que es tu mayor defecto? y a pesar de que contesté una cosa, pensándolo bien, me equivoqué.

Mi mayor defecto es que soy demasiado impaciente. Quizá por eso contesté otra cosa, por contestar rápido. Siempre me ha pasado. Es algo que no puedo evitar. Cuando empiezo algo, o lo termino en el momento o no lo empiezo. Cuando quiero algo, lo quiero ya. Me ha pasado con las mudanzas, con los "arreglos" de la casa, con la cocina, con cosas que trato de aprender ... quizá por eso no me intereso en cosas para las que no tengo un don innato.

Carezco de constancia, de esa paciencia que observo en mucha gente, de ese pensar "espera que pasará". No puedo, es superior a mis fuerzas.

Por ejemplo, a mi los spa me estresan. No soy capaz de estar ahí quieta, viendo como cae el chorro de agua, sentada esperando ¿qué? ¿nada? ¿relajarme? ... no sé!

No creo que se trate de ser caprichosa, creo que no lo soy, pero cuando "veo" algo en mi cerebro, tengo que verlo en la realidad, no sé si me explico.

Me compré una cámara de fotos y, sin tener ni la menor idea, me lancé a hacer fotos, probando, sin leer las instrucciones, sin saber lo que era la velocidad de la luz, pensando que la palabra obturador sonaba a insulto. Yo me lancé. Probando los modos, decidiendo si me gustaba o no lo que veía, yendo por el camino más difícil. Pero no lo hacía del todo mal, o al menos a mi me gusta lo que veo (otro defecto ... si algo me gusta me gusta y punto, como el chiste, si veo un ladrillo y a mi me parece una piedra preciosa, seguiré pensando que es preciosa, a pesar de que me digan lo contrario)

Creo que soy más de prueba y error que de ir a lo seguro. Quizá me gusta aprender por mi misma, aunque pierda el tiempo, pero pienso que tratando de aprender el camino seguro desde el principio pierdo más el tiempo ...

Aunque a veces, esta impaciencia se convierte en estrés cuando algo no depende del todo de mi. Porque las cosas no suceden, porque no entiendo la tranquilidad de la gente.

Quizá debería aprender a ser más paciente, a relajarme, a esperar a que las cosas lleguen, a no tratar que todo suceda de seguido, que ocurra todo de golpe ... Hay platos que necesitan una cocción lenta y si ese tiempo no pasa el plato se estropea y no sabe a lo que tiene que saber.

viernes, 19 de febrero de 2010

No hay manera

Para qué resistirnos ante lo inevitable ... no hay manera ...


jueves, 18 de febrero de 2010

Disimulo

Anoche estuve en el concierto de Gema y siempre que canta Disimulo la introduce de la misma manera: "¿Porqué cuándo alguien nos interesa de verdad hacemos todo lo posible para que no se nos note y disimulamos?". Todos nos reímos, corroborando que todos lo hacemos y por tanto, todos somos igual de idiotas.

Es verdad, en la mayoría de las ocasiones todos hacemos lo mismo: mandar señales opuestas a lo que realmente queremos. Disimulamos, no vaya a ser que se nos note y se dé cuenta ... ¿Realmente somos todos tan idiotas?. Quizá sea aquel dicho de nuestra niñez, ese de los que se pelean se desean, que se nos ha quedado grabado a fuego.

Seguramente no sea eso y todo sea miedo al rechazo. A que esa persona que nos interesa se de cuenta y nos rechace. Por eso actuamos haciendo ver que no nos interesa. Pero no somos conscientes de que mandando esas señales, si le interesamos a esa persona, lo único que conseguimos es que se dé por vencida y no dé el paso.

Tan fácil sobre el papel y tan difícil de aplicar, ¿eh?

A veces, como dice la canción, mostramos detalles ... pero que no se noten. Echamos el anzuelo, por ver que pasa, pero disimuladamente.

Y así seguiremos todos: disimulando.

DISIMULO (Gema Cuellar)

A veces me pierdo en el silencio
que deja su cuerpo al pasar de largo
y ese es el momento,es mi momento de respirar
y aunque no lo entiendo busco la manera
de salir corriendo no se vaya a dar la vuelta
y me vea boquiabierta observándole pasar

Disimulo, disimulo,
cuando me habla, cuando mira,cuando me quiere besar
disimulo ...

A veces, me pierdo cuando me está hablando
y piensa que no me interesa
como excusa: mi despiste y mi locura no le sirven
y un disculpame
y a veces, me pierdo en mi subconsciente
busco entre la gente su mirar
y cuando la devuelve, yo tan sólo, tan sólo

Disimulo, disimulo,
cuando me habla, cuando mira,cuando me quiere besar

Cuando decide alejarse
voy corriendo a buscarle
y no imagino ni un minuto sin mirarle
y acaricio sus encajes
y le muestro mis detalles
y le ruego y se queda para ahorrarse el viaje
y ahora

Disimula, disimula,
cuando le hablo, cuando miro, cuando le quiero besar
Disimula ...