sábado, 12 de junio de 2010

Dos finales, una realidad.

Hoy el tema va de películas y como no, de relaciones.

Ayer, escuchando la BSO de “Once” de pronto me vino a la cabeza otra película “¿Qué les pasa a los hombres?”. Ya, ya, no tienen nada que ver la una con la otra, pero ... sí que tienen que ver, lo que no sé es si conseguiré explicarme.

Cuando vi “¿Qué les pasa a los hombres?" además de reírme mucho, pensé que debería ser una película que todas las madres les pusieran a sus hijas (no digo hijos, digo hijas) para que se fueran olvidando del príncipe azul y empezara a ver a la rana verde ... pero está claro que la peli tiene un fallo. Un GRAN fallo y es el final. Es como si se pasaran toda la película hablándote de lo malo que es el tabaco y al final el prota se fuma un paquete entero delante de tus narices... Más o menos eso es lo que pasa en la película: que el tipo se esfuerza durante toda la película en hacerte ver que si un tío te dice que no es que no y que no debes interpretar nada , ni siquiera lo que es realmente obvio y al final va el señor guionista, cuando tú ya estabas completamente convencida de que interpretar a los hombres es un error, y la caga, haciendo que el tío haga lo que una tía querría que hiciese. Vale que así el final queda más bonito (desde el punto de vista femenino), pero ¿es real? Pues va a ser que no, porque ¿cuántas veces después de dejarnos claro que no quieren nada con nosotras llaman a tu puerta y te dicen que no pueden vivir sin ti? En mi caso cero. Porque si algo tengo claro es que estas cosas no pasan y si pasan es sólo en las películas ...

También he hablado de Once. Conocí la banda sonora antes que la peli y la verdad, me encanta! Quizá por eso esperaba más de la película, aunque tampoco sabía de qué iba (me gusta ver las películas sin saber de qué van para que me sorprendan o no). La película en sí es buena ya que solamente por la música merece la pena verla. En cuanto a la relación entre los protagonistas, es del tipo de relaciones que me gustan entre dos personas. Comparten cosas. Se alimentan el uno de otro. Se admiran. Se crea un vínculo entre ellos especial que los hace necesitarse en cierto modo. Hasta que se conocen no se habían necesitado y después de hacerlo sienten que deben compartir con el otro gran parte de sus inquietudes, de su tiempo, de sus pensamientos ... te entran ganas de gritarles desde tu sillón “venga ya! Besaros!” pero el final me dejó fría. Nada de beso, nada de historia. Cada uno por su lado. ¡Pero bueno! Lo que pasa es que en el fondo esa es la realidad. Y no debería dejarme fría un final realista, pero lo hizo, porque me quedé como pensando “vaya mierda, con lo bien que estarían juntos!”

La realidad es la realidad y no los finales de las películas. Es mucho más probable que nadie llame a tu puerta para decirte que te necesita que que tu timbre suene y él aparezca. Es mucho más probable que la historia termine antes siquiera de empezar. La realidad, a grandes rasgos, son los finales infelices de las películas.

Como dice Drexler, hay que amar la trama más que el desenlace en la vida real. Como dijo Aute, los sueños cine son ... y supongo que para eso está el cine, para ver de vez en cuando nuestros sueños cumplidos, aunque sólo sea en la gran pantalla y no seamos nosotros los protagonistas.

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