lunes, 7 de junio de 2010

Cuando la magia está cerca: Sánchez, Ortiz y Ferrer

Vivir rodeado de arte a veces es bueno y otras no. Digo que no, porque como con todo, cuanto más te metes en este mundo, menos te impresionan ciertas cosas. Te vuelves más exigente y que las cosas te cojan por dentro es más difícil, aunque la semana pasada fue sorprendentemente “sobrecojedora”.

Empezó cuando vi una foto de mi amigo-hermano Javi. Me gusta mucho lo que hace y gracias a él he aprendido mucho y sigo aprendiendo. Me gusta que me critique y es de las pocas personas a las que acepto críticas sin rechistar. Como para no aceptárselas ... es más un lujo que una crítica que alguien con ese nivel opine sobre tus fotos de principiante. Para mi Javi es un poeta de la imagen ... Pues Javi colgó una foto que me cogió por dentro: unas vías de tren que se perdían en un túnel junto a una frase: “Entrar o no sólo depende de ti, vivir la felicidad o sumergirse en la mediocridad es tu decisión, no tu condena”. Sin palabras. Javi tiene ese poder sobre mi con algunas de sus fotos (la mayoría, aunque no todas). Sus fotos me gustan no porque sean buenas técnicamente sino por lo que me dicen. Me cuentan una historia que quizá no sea la que él tiene en mente ... pero es lo bueno de la subjetividad. Quizá Javi y yo tengamos formas muy parecidas de ver la vida y por tanto, de leer las historias que nos cuentan las cosas y las personas en ese instante mágico que recoge una foto.

Primer toque al corazón en lunes, que suelen ser días planos. Primera sonrisa en el corazón. Primera sorpresa agradable.

El martes Guille Ortiz iniciaba el ciclo Fuera de Contexto, un experimento extraño, no tanto tratándose de Guille, de música y poesía. Para ser sinceros, no me llamaba mucho, básicamente porque la poesía no me dice demasiado, no me toca, pero ya le había dicho a Guille que iría y con la ilusión que estaba poniendo, quería darle una oportunidad. Guille es de esas personas que desde el principio te inspiran confianza. Es un tipo con el que se puede hablar de cualquier cosa. Que le pone corazón (muy grande, porque tiene un corazón enorme) a todo lo que hace y que encima, lo que hace, lo hace bien. No sé porqué me sorprendí cuando lo escuché. Me quedé embobada escuchando su prosa poética, que no son más que historias bien contadas. Me gustó verle, porque últimamente no coincidimos demasiado y sobre todo, descubrirle en esta faceta suya tan desconocida para mi.

Segundo toque certero al corazón. Segunda sonrisa. Segunda sorpresa agradable.

La tercera sorpresa que me deparaba la semana no lo era tanto, ya que sabía desde hacía tiempo lo que iba a suceder. Sabía que iba a escuchar música en estado puro, tal y como yo la entiendo. Música tocada con el corazón, música que te hace sentir, porque quien la interpreta la siente. Viernes: concierto de mi amigo Antonio Ferrer. Antoñito, es un amigo recuperado después de muchos años, o más bien, descubierto. Antonio y yo, puede decirse que nos hemos criado juntos, aunque nunca fuimos amigos en el sentido estricto de la palabra. Más bien conocidos. Hemos vivido siempre en el mismo barrio y teníamos amigos comunes, así que si nos encontrábamos por la calle, nos saludábamos, nos preguntábamos qué tal la vida y poco más. Pero hace un par de años, la relación empezó a estrecharse y recuperamos los años perdidos. Fue un apoyo cuando me vine a Madrid y sigue siéndolo. Antonio es GRANDE y me siento afortunada de poder considerarme su amiga. Lo quiero con locura. Quizá por eso no sea objetiva o quizá por eso lo sea más, porque si algo no me gusta, se lo digo claramente y sin tapujos. El concierto del viernes fue todo un lujo. Verlo disfrutar encima de un escenario es algo que no tiene precio y viéndolo disfrutar disfrutas tú. Ya no sólo porque cante bien, toque que te mueres y sus letras tengan fuerza. No es sólo por eso ... es que cuando alguien transmite ese buen rollo es inevitable admitir que ese alguien es bueno. Y Antonio lo es. Así sin más: eres bueno y no lo digo porque lo piense, si no por todo lo que escuché aquella noche.

Tercer pellizco al corazón. Tercera sonrisa. Tercera certeza (que no sorpresa) agradable.

Que se aglutinen tantas cosas buenas en una sola semana podría considerarse una conjunción de astros, algo extraño que sucede a la vez en raras ocasiones. Pero la semana pasada sucedió y yo me alegro de haber estado en el momento preciso y en el lugar adecuado.

2 comentarios:

javi_indy dijo...

ainsss!!! lo que yo te quiero!!!

De pensamientos y sueños dijo...

lo sé ... anda que yo a ti ...