miércoles, 31 de marzo de 2010

Tiempo

Resulta que las conversaciones, trascendentes en su momento o no, te llevan a pensar en ciertas cosas. Puede que yo sea de pensar mucho, quién sabe. Bueno, sí que lo sé, soy de pensar mucho, pero no en el sentido de comerme la cabeza, si no más bien en el sentido de analizar las cosas, darles vueltas, buscar los por qués. Básicamente, replantearme un razonamiento que creía inalterable. Pienso que así es como se evoluciona, cambiando de parecer, pero con una base, por supuesto. Sea bueno o malo, tenemos que tener un motivo para cambiar, lo suficientemente fuerte para que realmente lo que creíamos inalterable no lo sea tanto.

Hablemos de amor. De lo que pensamos que es el amor, de lo que nos enamora. Volvamos a la Dulce Carola, a eso de:
“- ¿Creen ustedes en los amores a primera vista?
. ¿Acaso existen otros?”

Siempre he pensado que los amores a primera vista, los flechazos, eran lo único válido en ese terreno. Eso de “me enamoré con el tiempo” a mi no me servía, pero mira tú por donde si lo piensas ...
Sí, vale, esos flechazos por supuesto que son inolvidables. Son bonitos, los recuerdas eternamente ¿pero realmente son amor? Imposible! Es atracción, es instinto animal, pero no, no es amor.
No te enamoras de un cuerpo, de una cara, de una sonrisa, de unos ojos ... No, te enamoras de una persona y una persona es mucho más que eso. Y la verdad, conocer a alguien es lo que realmente te enamora de esa persona o por el contrario te lleva al desamor.

¿Cuántas veces hemos pensado estar locamente enamorados de alguien y de la noche a la mañana ese amor eterno ha desaparecido igual que llegó? Pues yo unas cuantas y ¿Por qué? Pues porque venían de un flechazo. Porque en el momento en el que realmente conoces a esa persona de la que crees estar enamorado (y hablo de conocer un poquito, porque conocer a fondo no nos conocemos ni nosotros mismos) te das cuenta de que ni es oro todo lo que reluce, ni el príncipe azul es tan azul, ni las cosas son como pensabas. Porque a poco que rasquemos en cualquiera, todo el mundo tiene “sus cosas” y nosotros los primeros, por supuesto. La imperfección es lo que nos hace humanos, gracias a dios. Y son esas pequeñas o grandes imperfecciones las que convierten el flechazo en una tormenta de mil pares de narices, que te hacen acabar pensando ¿y cómo me enamoré yo de éste? Pues claro y conciso: no era amor.

Y sí, hoy, después de esa conversación he pensado que, como los buenos platos, toda relación necesita su cocción. Y no hablo sólo de relaciones de pareja. Todas las relaciones interpersonales las necesitan. Porque no es fácil conocer a los demás y para ello necesitamos tiempo. Tiempo en el que nos ganamos la confianza del otro, tiempo en el que compartir, tiempo en el que hacer confidencias, tiempo en el que reír juntos, de llorar juntos ... Considero amigos (no hablo de conocidos, sino de esos pocos amigos que puedes contar con una mano) sólo a aquellos con los que he pasado seguramente mis mejores y mis peores momentos (y los suyos), esos que te conocen y saben lo que necesitas, lo que callas, los que te miran y saben lo que piensas, los que te quieren conociendo sobre todo tu peor lado y eso no se consigue de un día para otro. Son años de convivencia los que hacen que un amigo, como el buen vino, se convierta un gran amigo.

Y trasladando todo esto a relaciones, ahora sí, de pareja, hoy le he dado una vuelta a mi planteamiento inicial, de cuento de hadas, de películas ñoñas y de bandas sonoras y he descubierto (y por supuesto me he convencido de ello, porque lo he visto claro) que el secreto está ahí, en conocerse poco a poco, saboreando cada momento, pero sin prisas, sin intención de llegar a ningún sitio.

Necesitaríamos siglos para conocer a alguien en profundidad y la vida es muy corta, pero quizá, el secreto del amor resida en eso, en conocerse cada día un poco más como amigos, porque es el terreno que cuesta, el resto viene rodado ya que como todo juego de equipo, mejora cuanto mejor se conozcan los integrantes.

1 comentario:

El Tigre de Mompracem dijo...

Hola Lucía.
Ayy, la Dulce Carola!. Vaya historia!.
Voy a escribir en breve sobre amores a primera vista...sobre todo para aclarar que mis palabras provienen de una poetisa hungara!!. Que mas quisiera yo escribir así. Ja,ja,ja
Sigo esperando que nos veamos por Libertad 8!!
Un beso