miércoles, 5 de mayo de 2010

Así de rara ...

Recuerdo fechas de cumpleaños que no me interesan o no sé de quien son y olvido las importantes.

No soy capaz de felicitar a nadie ese día, y ya todos saben que no deben enfadarse si los felicito un mes antes o después. El hecho es que recuerdo felicitarlos, aunque no toque.

De las conversaciones importantes no recuerdo casi nada de lo que realmente me interesaría y querría recordar, pero recuerdo con nitidez lo que estaba viendo en ese momento, la postura de mi cuerpo o la forma en la que se movían las manos de mi interlocutor.

Puedo pasarme horas al teléfono o, por el contrario, no contestar ninguna llamada porque no me apetece hablar.

Tengo mil cosas en la cabeza, aunque rara vez alguna sale adelante, pero por si acaso, el resto ya las tengo pensadas.

Hablo con mi madre todos los días porque necesito escuchar la expresión de su sonrisa al descolgar.

No tengo raices en ninguna parte y las llevo en una maceta, porque así mis raices vienen donde yo voy.

No me siento de ningún lugar y estoy a gusto en casi cualquier parte, pero he descubierto que necesito ver el mar cada tres meses o me ahogo.

Prefiero una noche a la intemperie contemplando las estrellas a una cena en un restaurante de lujo.

Me gusta el olor de las sábanas limpias y planchadas, pero prefiero deshacer la cama y arrugar las sábanas.

Tengo una hucha cargada de besos que recolecto, para cuando los necesito y no tengo cerca a quien me los da.

Me gusta olisquear y guardar en el alma los olores de las personas a las que quiero, para poder recordarlos cuando no están a mi lado.

Odio la mentira de alguien cercano, pero no me importa que me mientan quienes no me interesan.

Odio el despertador a las seis de la mañana pero me encanta despertarme a las cinco y ver que sigues ahí.

No hay comentarios: