domingo, 5 de abril de 2009

Bendito Alzehimer

Cuando el año pasado nos dijeron que mi abuela tenía Alzehimer se nos cayó el mundo encima. Sobre todo al principio, que le daban ataques de pánico. Dolía ver a mi abuelilla, que es un suspiro, que no es capaz de matar a una mosca, con la cara desencajada pidiendo que se fuera toda esa gente, que sólo ella podía ver, pero que veía y sentía como si estuvieran allí.

Pero por suerte, los ataques de pánico duraron quince días y ahora tiene lo que siempre se ha merecido.

Mi abuela, siempre ha sido una mujer fuerte, graciosa, pero con un gran defecto: no se quejaba "por no molestar". Y así perdió la vista de un ojo, por no molestar, porque aunque rabiaba de dolor, cómo iba a llamar a mi madre a casa por la noche y molestarla ... Por no molestar, nunca se quejó de nada, jamás la he oido decir que le dolía algo. Y por no molestar, nos soportaba a cinco fieras en su casa cuando nuestros padres salían, estuviera ella como estuviera.

A parte de eso, siempre me ha recordado a Sofía, la de las chicas de oro. Físicamente igual, pequeñita, poca cosa. Y en cuanto a su sentido del humor ... es que te partes con ella! sale con cada una que no puedes evitar reirte y encima ella lo dice muy seria, aunque al final acaba riéndose ...

Pues el bendito Alzehimer le está dando la vejez que se merece. Sigue reconociéndonos a todos (aunque estemos lejos y no nos vea) aunque a veces se olvida de nombes, pero rápidamente los recuerda. Sigue con su sentido del humor intacto. Pero a ese "por no molestar" que la ha acompañado toda su vida lo ha devorado el Alzehimer y por suerte ya no lo pasa mal cada vez que mi abuelo dice algo que ella considera inapropiado. O dice lo que piensa (cosa que nunca ha hecho, por si molestaba) o directamente, pasa de todo.

Esa es la vejez que se merece una mujer que se ha aguantado muchas cosas por no molestar y a la que todos hemos molestado y nunca rechistó.

Esa vejez es la que se merece: vivir los últimos años de su vida como ella siempre ha querido y sin molestar. Pepa, tú nunca molestas.

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